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“La España real” II


Hace un par de años, “El Faro…” publicó una columna mía glosando, someramente, “La España real” de Julián Marías publicada en 1976 en la “Colección boreal”, de Espasa-Calpe. Su contenido era tan profético que me pareció oportuno someterlo a consideración de los lectores de “el Faro….”.  

El año pasado me tropecé, con el mismo título, pero editado por el Círculo de Lectores en 1983. Pensando que no encerraban el mismo contenido, lo adquirí y, en efecto: comparando ambos descubro que, tanto en uno como en otro aparecían epígrafes comunes, pero muchos más no comunes. La decisión fue acertada.

En estos días la he reemprendido con el último texto del que he sacado jugosas conclusiones que expongo brevemente.

Julián Marías es un pensador penetrante que aprovechó el magisterio de Ortega y catapultó sus ideas dándoñes su impronta personal. La idea orteguiana de las generaciones la concreta Marías en fechas en las que, a su parecer, se producen transformaciones sustantivas.

Tanto Ortega como Marías se adelantaron a su tiempo con premoniciones auténticamente proféticas. En la 1ª “España Real”, publicada en los albores de 1976, Marías asevera que, en ese año,  una etapa histórica concluye y se inicia una nueva en la que estamos. La 2ª “España Real”, fue publicada en 1983 por lo que recoge acontecimientos ocurridos entre ambas fechas como, por ejemplo, los sucesos del 23F. Al referirse a ellos, cita a Calderón en estos versos:

Los que no marchan conforme/ a ordenanza y sujeción/ no son soldados que son/ bandidos con uniforme.

De plena aplicación, mutatis mutandis, a los políticos presos y a todo aquél que quiera satisfacer un deseo por medios ilícitos.

Refiriéndose a los partidos políticos afirma: “En buena democracia a un partido se le deben pedir responsabilidades por las consecuencias de su programa; pero también por no haberlo realizado, por haber servido de brazo ejecutor a porciones del programa del partido opuesto”.

Aunque en las siguientes elecciones se les pase factura a los partidos por sus traiciones, no siempre es posible mandarlos al ostracismo. Sus habilidades marrulleras les permiten sobrenadar pese a la inmundicia y traiciones.

Esperemos que los electores sepan enmendar los entuertos que los partidos generan. 

 

 

 

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