Cuántos recuerdos personales vienen a mí cuando contemplo, con cierto estupor, estos momentos preliminares a la “batalla” que tendrá lugar de aquí a unos días para alzarse con la presidencia del gobierno de España.
Ya saben mis doce o trece lectores que formé parte de la candidatura de UCD por Málaga aquel 15 de junio de 1977 y que, por pura potra, me llevó hasta la Carrera de San Jerónimo para asistir, como Diputado electo, a la confección y aprobación de la Constitución Española que hoy toda todavía disfrutamos con sus aciertos y errores, de lo que me enorgullezco; faltaría más.
Aquello fue otra cosa bien distinta a la actualidad que padecemos con la confección y cierre de las candidaturas con las que nos ilustran los distintos partidos que convergen en buscar fichajes “atractivos”.
Que Adolfo Suárez fuese un buen político no asegura que su hijo A. S. Illana lo sea; ya demostró su mediocridad como tal cuando se presentó como candidato a la presidencia de Castilla la Mancha y que hoy certifica con sus declaraciones sobre el aborto.
El candidato número 10 del listado del PSOE por Madrid tuvo que dimitir 24 horas antes del cierre de presentación de candidaturas por presunta corrupción en el caso “Púnica”.
En algunas candidaturas existen toreros, en otras exgenerales, y las hay, caso de Málaga, en la que se ha fichado como cabeza de lista a un prudente periodista, Pablo Montesinos, para que pegue un hipotético tirón electoral, que no se producirá, mientras se relega a la excelente economista Carolina España al segundo puesto.
Y más cosas veremos, pero no adelantemos noticias.
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