El “malafollá” -al que se le pueden aplicar también los términos “malasombra”, “mal ángel”, “malaje”, etc.- está incrustado en la sociedad y dentro de ella en toda clase de grupos sociales para meter la pata y chafar las ilusiones de muchos; son los del “sí, pero…”, coletilla maldita.
En la cabalgata de Reyes Magos celebrada en Andoáin, había uno de ellos -de descendencia africana- disfrazado de Baltasar. Finalizada la cabalgata y ya desde la balconada de la Casa Consistorial, el buen hombre se dirigió al público en un elocuente discurso que finalizó de la siguiente manera: “… pero no olvidéis que los auténticos Reyes Magos son vuestros padres”.
Y al rubio niño de seis años le brotó una lágrima que surcó su mejilla hasta aposentarse en la comisura de los labios.
La ilusión, o sea la inocencia, es un bien que se posee hasta los siete añillos más o menos. Es el paraíso perdido que los poetas, una y otra vez, buscan constantemente para volver a su regazo.
Y ahora nos llega este Baltasar de turno para asesinar “porquesí”, porque le dio la “real gana”, la ilusión y parte de la inocencia de una chavalería expectante por la magia de una noche única que iban a vivir a la espera de la entrada de sus Majestades en casa.
El “malafollá” ha intentado explicar su metedura de pata, pero el chavalín rubio sigue llorando camino de casa cogido a las manos de sus padres.
Normas de uso