Sopita de picadillo, unas puntillitas, caña y flan; total 7,50 euros y a casa en busca de la mantita; suena el teléfono, me incorporo dejando a un lado la calefacción natural. Voz joven y femenina, pero sin chispa; quiere darme a conocer el programa de Juanma Moreno, el candidato a presidir la Junta de Andalucía por el Partido Popular. Declino la propuesta. “Gracias, conozco a Juanma y su rollo”.
Y es cierto que le conozco, aunque él no me recuerde; almorcé un día con él y Celia Villalobos en el Congreso de los Diputados. Ella me lo presentó como futuro presidente del Gobierno de España. Una hora de tedio insoportables; mis cosas.
Es natural de Barcelona, pero él se define como “un híbrido entre Sevilla y Málaga”. Y es cierto ya que el candidato del PP andaluz no tiene chicha ni limoná, vamos que es imposible atenderle y entenderle más de un cuarto hora sin que un par de bostezos afloren en nuestra boca, o sea, es un híbrido político.
Se le echa en falta esa pizca de ironía mezclada con un punto de mala uva que sirva de punto de atracción, propio de los que desean ejercer un cierto liderazgo del pueblo que espera algo más de sus líderes.
Es buena gente, demasiado porque su bondad linda con una vida plana, pastosa, pesada y sin grandes altibajos. No aportará personalmente ningún voto a su candidatura y tendrá que conformarse con los que atraiga la herida gaviota.
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