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La buena noticia. ¡Una buena noticia!


   Hay semanas que me cuesta encontrar una buena noticia investigando entre lo que sucede a escala general.

    Por consiguiente tengo que escarbar en lo cotidiano y en lo pequeño. Esas circunstancias que no hacen fluctuar la bolsa ni temblar los gobiernos de ninguna parte del mundo. Esta vez he encontrado una buena nueva esperanzadora. Descubren una aplicación cibernética que permite andar a tres parapléjicos.

   Los medios de comunicación han recibido la noticia con un alborozo pasajero. Unas cuantas líneas en los principales países; menciones en los informativos de radio y televisión y… a seguir picando piedra. Eso son minucias. Tenemos que seguir magnificando la destitución de un entrenador, el dolor y la pupa de un futbolista, el mangoneo de un político que no sea de nuestro partido y pregonar a los cuatro vientos la indignación provocada ante la presencia de un crucifijo en “un lugar indebido”.

    La noticia médica en sí, es maravillosa. El milagro evangélico se sigue repitiendo, esta vez de manos de los investigadores que hacen andar a los paralíticos. Jesús resucitó y dejó el mundo en manos de los valientes y de los hombres de buena voluntad. Estos médicos han tomado el relevo.

    Un equipo creado en Suiza –con un ingeniero mexicano entre sus componentes, circunstancia que le ha permitido explicarnos el tema en nuestro idioma- ha conseguido implantar unos electrodos que hacen moverse los miembros a instancias de los estímulos enviados desde el cerebro. Una maravilla que ha conseguido hacer caminar a tres pacientes con problemas medulares.

    Dejo el tema científico en manos de los expertos. Yo paso a reflexionar sobre el traspaso del “milagro” a las manos de los humanos. La llegada de esta noticia hace aparecer un rayo de esperanza a una generación que escarba entre lo que nos separa a fin de buscar la ruptura.

     Ojala llegase esta unión de “contactos rotos” a nuestra  España y, por consiguiente, a los españoles. Estamos cada vez más divididos. Desde los estamentos políticos, culturales, religiosos, mediáticos e incluso, familiares y amistosos, se nos incita a tomar partido frente a otros. No a crear un mundo mejor junto a los otros.

  ¿Qué clase de electrodos son necesarios para conectarnos los unos a los otros para que sigamos buscando lo que nos une, no lo que nos separa? ¿Qué clase de implante necesitan los políticos de todo el mundo para tomar la decisión de hacer unas circunstancias mejores para todos, cediendo un poco de lo que nos sobra a aquellos a los que le falta? Desde luego esto no se consigue tal como lo estamos haciendo ahora. Me niego a vivir en un permanente Halloween, de culto a lo negativo, aunque me tachen de antiguo.

   ¡Qué extraordinaria noticia la de esos bienaventurados médicos de diversos países que han conseguido realizar en Suiza un auténtico milagro en el siglo XXI!.

 

 

 

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