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El Copo. Silbos


Silba el viento en el inicio de la noche y su lamento es el de todos los quejidos de las almas tristes.

Silba el alma que destroza mi cuerpo, y se inicia en un intento de fuga de todas mis aflicciones que conjugan un dolor indescriptible.

Noches extrañas las noches de este extraño tiempo que transcurre con amarga lentitud.

No existen luces en el horizonte para iluminar todo el torrente de oscuridad viviente que se presenta ante mí.

No presiento ni el suave soplo que pueda germinar felicidad.

Todo es rincón oscuro, cerrojo enmohecido, arista cortante, cerrado candado y sin llave que impide a la libertad ser puerta batiente.

Nada espero. Ni tan siquiera quietud. Es una tristeza dinámica que va abarcando todo mi ser.

Y cuando el negro monstruo intenta oprimir al amor, a la libertad que emerge y a la sonrisa naciente todo se rasga y rompe.

La quiebra es total, me rompe en dos y tritura la parte que camina hacia el abrazo al tiempo que fortifica la debilidad de que ya nada es posible.

Sin fuerza, como muñeco de trapo con corazón de hombre, voy siendo comprimido hasta que el ya débil corazón estalle cubriendo de rojo el trapo que lo envuelve.

 

 

 

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