Publicidad

Mediocridad eficiente


Según las noticias que me llegan sobre lo que acontece en cualquier rincón del mundo, pienso que la vida es un desenfreno infernal repleto de despreciables ramplonerías. La ternura, la solidaridad y la transparencia siempre fueron unas incomprendidas. El hombre vive dominado por una concepción del mundo insoportable e inicua, denigrante e hiriente. El materialismo, la falsedad y la hipocresía reinan por doquier. La cultura desciende progresivamente a un nivel cada vez más bajo, aunque se manifieste públicamente lo contrario. El pueblo es el esclavo de nuestro tiempo, y el individuo, el esclavo de la idea, siempre decepcionante, de masa popular.

Todo, absolutamente todo está corrompido. Lo bello y lo bondadoso y lo justo se consumen con lentitud ante la mirada indiferente de un sinnúmero de seres humanos. A veces recapacito sobre esta tragedia que incumbe a toda la humanidad, y deduzco que, posiblemente, llegará el día que estas y otras cualidades positivas, esenciales, del hombre sólo permanecerán en la mente de ciertas personas capaces de darles su latido creativo y benefactor a estos caracteres naturales, quizá mustios en la mayor parte de la sociedad humana del presente. No quiero que crean que el pesimismo ha arraigado en los hondones más íntimos de mi ser. No, jamás llegará a sucederme eso. Pero la realidad está ahí. Una realidad capciosa, machacadora, lesiva…

Actualmente, se inculca que hay que adaptarse a unos seudovalores que no tienen nada de vitales y estables. Esta adecuación tendrá su efecto aciago si los individuos se acostumbran y se amoldan a las leyes y mandamientos “impuestos” por la legítima autoridad. ¿Qué se consigue con esto? Lo que se logra a corto plazo es idiotizar, apocar e intimidar a un gran sector del pueblo. Y quienes llevan a cabo estas “exhortaciones” son precisamente personas adultas, maduras, pero “cualquier cosa es preferible, refiere Alejandro Dolina, a esa mediocridad eficiente, a esa miserable resignación que algunos llaman madurez”. Sin embargo, a pesar de la oscuridad, que vislumbro allá en el horizonte lejano, alzo mi voz para decirle al mundo entero que solo el amor y la paz y la justicia pueden cambiar el rumbo nefasto que le han impuesto a la humanidad de hoy. Rumbo este marcado por quienes solo se preocupan de incrementar su fortuna particular o la del partido político en el que milita, o ambas a la vez.

 

 

 

Comentarios
    No hay comentarios
Añadir comentario
- campo obligatorio (*)

Normas de uso
  • Esta es la opinión de los internautas, no de El Faro de Málaga
  • No está permitido verter comentarios contrarios a las leyes españolas o injuriantes.
  • Reservado el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.