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La eutanasia


    La mitología griega nos cuenta que Eolo era el dios de los vientos; se le tenía un gran temor y se le respetaba por tener la capacidad de soltarlos y recogerlos cuando quisiera, era el responsable de controlar las tempestades, incluso algunos dioses le pedían ayuda.

    Eolo prestó ayuda a Ulises proporcionándole un viento favorable para que pudiera llegar a Itaca, para ello le dio una bolsa que contenía todos los vientos, advirtiéndole de las consecuencias que se producirían si se escapaban por abrir la bolsa sin cuidado, los marineros del barco creyendo que la bolsa contenía un tesoro, aprovechando que Ulises se había dormido la abrieron y se escaparon todos, hoy campan a su gusto por todo el mundo según la leyenda

   Legalizar la eutanasia es abrir otra bolsa de los vientos, en este caso abrimos la puerta a una práctica con consecuencias imprevisibles, puede haber personas que por diversas circunstancias se vean derivadas a ella aunque en el fondo no la deseen.

    Me sorprendió hace ya unos años que tuve que hacer peritaciones en la zona de Torrox, que gran parte de  los afectados eran holandeses y descubrí que vivían allí muchos más.

    Le pregunté al agente la causa y me contó que eran holandeses jubilados, con gran poder adquisitivo, que se habían establecido en nuestro país huyendo de la eutanasia que se practicaba en Holanda.

   Mis suegros los dos últimos años de su vida estuvieron en una residencia, la gobernanta era una mujer muy competente, en alguna ocasión, conociendo algunos casos de ancianos que estaban asistidos allí con pésimas condiciones de salud, me contó que a pesar de ello ninguno se quería morir.

   Este deseo de vivir siempre existe cuando las personas están acompañadas, apoyadas y más si son queridas, si es así ninguna desea abandonar este mundo

   La propuesta que se debate en el Congreso procede del Parlamento de Cataluña, a la que se han añadido otras con algunas diferencias como la del PSOE.

   Creo que nuestros representantes políticos podrían dedicar su tiempo a trabajar en aquellas iniciativas que mejoren la vida de los ciudadanos y no en propuestas de las que no existe demanda social como en el caso de la eutanasia.

    Esta propuesta entra en contraste con la gran demanda social sobre la permanencia de la cadena perpetua revisable, que tiene ya más de cuatro millones de firmas a su favor, sin embargo se ha rechazado por mayoría; por cierto Francia tiene establecida la cadena perpetua sin complejos, y un terrorista de está condenado a esta pena, ya veremos cuando sale de la cárcel.

    Uno de los problemas se produce cuando la persona no está en condiciones de pedir de manera consciente su aplicación y no hay persona próxima que haga cumplir la voluntad de esta persona, ante la falta de un fedatario ¿Quién toma la decisión? ¿Queda en manos del médico?, quizá por esto último se explica la venida de holandeses a España tal como señalaba en párrafos anteriores.

   La eutanasia solo está autorizada en Europa en tres países: Holanda, Bélgica y Luxemburgo, países con muy poca población; que sepamos no es una conquista social.

  El problema que puede generar es que se cree un ambiente social que de alguna forma propicie los “descartes” como dice el Papa Francisco, en Bélgica el número de ciudadanos que mueren por la aplicación de la eutanasia ya supera el 5% de los fallecimientos.

   Las personas mayores que viven solas en España, superan el millón, algunas padecen un estado depresivo por su situación y pueden ser candidatos, pues su enfermedad les quita a veces el deseo de vivir, algo que no ocurriría si se sintieran acompañados.

  ¿Qué puede pasar con ciudadanos con enfermedades degenerativas que son dependientes? o con enfermos mentales, o los discapacitados, o los ancianos...

    El individualismo y la soledad, muy presentes en el mundo actual, puede producir en estas personas la sensación de no ser queridos, y de constituir una carga para sus familias y la sociedad que  acabaría socavando su autoestima.

     La famosa periodista y escritora Oriana Fallaci, ya fallecida, que era atea, manifestó en su día: “Parece verdaderamente que Occidente está más enamorado de la muerte que de la vida y, por lo tanto, de la tolerancia individualista que del sacrificio caritativo”.

   Pero lo más grave, si al final se abre la “bolsa de la eutanasia” como previsiblemente puede suceder, el derecho a la muerte que se quiere reconocer con su legalización, en el futuro se puede convertir en un deber de morir.

 

 

 

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