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El Copo. Y si sucediera o sucediese, ozú


Decía Bakunin, nada sospechoso de ser un “facha”, aquello de “Mi libertad termina donde empieza la tuya”; y aunque no sé si se refería a la libertad de expresión, creo que no, aseguraría que lo dijo pensando en la libertad a secas, o sea, sin adjetivos que mermaran la fuerza del sustantivo.

                Viene esto a cuento por la gran final de la Copa de Rey que mañana disputarán Barça y Sevilla FC en la capital del denostado, por muchos, Reino de España, lugar donde, a partes iguales, se desplazarán miles de aficionados de ambos equipos de fútbol y que contará con la presencia de su Majestad Felipe VI, Rey de España.

                Los aficionados culés, no todos, llegarán a dar la nota, ya saben: una pitada al Rey que, estoicamente, aguantará como ya lo ha hecho en anteriores ocasiones sin que hubiese de por medio artículo 155 y políticos presos y otra sonada de iguales características para el himno de todos los españoles, al que no respetan e ignoro la causa por la que nosotros tenemos que respetar a los que vienen a ciscarse en lo que nosotros creemos.

Llegarán con sus lazos amarillos -color ciertamente cenizo- sus esteladas anticonstitucionales y un silbato; realmente no son armas en sí, pero sí son artilugios provocadores que, seguramente, dada la mayoría de edad del pueblo español no tendrán respuesta alguna pero que si la podría tener por venir a territorio comanche a dar la nota; aunque algún “exaltado”, nunca se sabe podría responder de forma contundente; pero ello nos llevaría a ser tildados de rancio facherío. Así que estamos condenados a dejarlos hacer porque sí.

Y calladito, hasta con cierto complejo ante este tejemaneje, llega el Sevilla FC, mi Sevilla de alma, y su afición para batir palmas -nadie como ellos para este menester- y lanzar, creo, rojos globos.

Y sueño, porque soñar nadie me lo va a impedir, que Jesusito Navas, como sin darse cuenta de la trascendencia, introduce el balón en la portería del todopoderoso Barça y se acaba el cuento, la película y las trenzas amarillas.

Déjenme soñar.

 

www.josegarciaperez.es

 

 

 

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