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Lucha por tus sueños


Tiempos difíciles siempre los hubo. La discrepancia en cuanto a posicionamientos ideológicos o partidistas late hoy, como lo hizo ayer, en la sangre del ser humano, de la sociedad. Ante esta realidad, el hombre actual es consciente de que, con la evolución de la vida, estos desacuerdos o disentimientos son más férreos, más sistemáticos, más generalizados, debido al incremento y desarrollo de la capacidad de invención. Por ello, a veces pensamos que cada día todo empeora, pero no es así, aunque la disconformidad entre los hombres se acreciente con el paso del tiempo y, por ende, la distancia que los separa.

En medio de esta selva de aciertos y desatinos la grandeza está en la concepción que determinadas personas tienen de la vida en continuo progreso, gracias a la perseverante y solidaria alianza que logran unas y otras por medio de su fe humana y colectiva. Quien asegure, pues, que ese avance natural es más negativo que positivo para el ciudadano y para la sociedad está cometiendo un error sin límites. El hombre comprometido en esa marcha hacia delante sabe perfectamente que “ridiculizar las esperanzas de progreso, según expone Medawar, es la fatuidad suprema, la última palabra de la pobreza de espíritu y mezquindad mental”.

Cuando el hombre reflexiona sobre temas que afectan a la humanidad o a una parte significativa de ella, tales como la situación política mundial, los atentados contra los derechos humanos, el cambio climático por el calentamiento de la tierra, la pobreza en el mundo..., se horroriza, pero qué pocos son capaces de cuestionarse cómo actuar para mejorar estas realidades, tan crueles como devastadoras. Es más fácil pensar que nada mejora, que no hay nada positivo que esperar.

Evidentemente, el hombre prefiere adoptar esta postura acomodaticia, resignada, antes que comprometerse en los asuntos grandes, en los problemas difíciles de solventar, no imposibles, que requieren para sus respectivas soluciones el respeto y el entendimiento, la comprensión y la tenacidad emprendedora de su conciencia adulta. “Lucha por tus sueños, asevera Paulo Coelho, o los demás te impondrán los suyos”. Pero ¿acaso sospecha el ciudadano que se está convirtiendo en un ingenuo, en el consumidor voraz y febril de forraje periodístico, de las opiniones, especulaciones y migajas que los políticos sueltan? En el mundo de hoy, el hombre avanza por caminos de arpillera o de seda. En ciertas ocasiones, se traslada de uno a otro o viceversa por circunstancias personales o por imperativos de la sociedad en la que se halla inmerso.

 

 

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