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El engaño


La escuela de los años cuarenta en España se caracterizaba por la escasez de recursos que, con gran voluntad, vocación, pericia y esfuerzo suplían los maestros ¡Gloria por siempre a esos héroes de las aulas!

Entre las técnicas pedagógicas que se utilizaban destaca por su eficacia cultural y educativa: aprender cuentos, poesías, fábulas, etc., que recitábamos como ejercicio de memoria y vocalización.

Me viene a la memoria una de Samaniego de título: “El zagal y las ovejas”; en ella, por si no la recuerdan, se describe cómo, un zagal que cuidaba un rebaño de ovejas, a los labradores que trabajaban la tierra, les gasta la siguiente broma: Simulando gran desesperación gritaba: ¡Que viene el lobo! ¡Que viene el lobo! Buscaba, aviesamente, la alteración de quien le oyere, disfrutando con su maldita gracia.

Los labradores, conscientes del potencial peligro, a todo correr abandonan sus labores para acudir con celeridad en auxilio del zagal bromista. Por dos veces repitió su malévola hazaña.

Pero hete aquí que llega de verdad el lobo, y  al grito del zagal, los labradores, escarmentados, no acuden a la llamada temiendo ser, de nuevo, objeto de chanza. La consecuencia fue que la alimaña diezmó el rebaño.

Como buena fábula concluye con esta moraleja:

¡Cuántas veces resulta de un engaño

contra el engañador el mayor daño!

Me ha venido al recuerdo ante la reciente noticia, aparecida en los medios, de una joven que denunció haber sido objeto de abusos sexuales por un grupo de muchachos. La denunciante reconoció, posteriormente, su falsedad ante las contradicciones en que incurrió durante el interrogatorio de la Guardia Civil.

Flaco favor ha hecho, la inconsciente joven, a las víctimas reales de abusos por parte de aquellos desaprensivos que quieren obtener placer a toda costa; incluso contra la voluntad y mancillando la dignidad de la agraviada.

En estas fiestas de reuniones de todo tipo  donde abunda el jolgorio animado de ingestas, quizá excesivas, de alcohol, y otros especímenes, conviene llamar a la moderación y serenidad en las aglomeraciones y eventos privados de modo que podamos decir con Francisco I: ¡Todo se ha salvado, incluso el honor!

Que el Niño-Dios nos colme de bendiciones y felicidad. Es mi mejor deseo. MR.

EL ZAGAL Y LAS OVEJAS 

Apacentando un joven su ganado,

gritó desde la cima de un collado:

-¡Favor, que viene el lobo, labradores!

Éstos, abandonando sus labores,

acuden prontamente,

y hallan que es una chanza solamente.

Vuelve a llamar, y temen la desgracia.

Segunda vez los burla. ¡Linda gracia!

Pero, ¿qué sucedió la vez tercera? 

Que vino en realidad la hambrienta fiera.

Entonces el zagal se desgañita,

y por más que patea, llora y grita,

no se mueve la gente escarmentada,

y el lobo le devora la manada.

¡Cuántas veces resulta de un engaño

contra el engañador el mayor daño!

Samaniego

 

 

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