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Más epitafios


Como es sabido, Pedro Muñoz Seca, es autor de la conocidísima obra: “La Venganza de Don Mendo”. Asimismo es creador del “astracán” obra de teatro disparatada, pero con gracia, que hacía reír al público.

Alfonso Usía, su nieto, ha heredado, no solo la habilidad para escribir, sino la gracia del abuelo. Pues bien, hace años le oí una divertida conferencia en Málaga. En ella describió, magistralmente, una anécdota ocurrida a su abuelo por la redacción de un epitafio.

Ha sido una nota que sobre el autor publicó ABC, transcribiendo los epitafios, la que me ha traído al recuerdo la conferencia de Usía. Para conocimiento de los lectores de el Faro, y un homenaje a Muñoz Seca, insigne autor, me ha parecido bien transcribir el divertido juego literario que paso a narrar y que, en la conferencia citada, Alfonso Usía desgranó, para regocijo de los asistentes.

Parece ser que murió el matrimonio que atendía la portería de la casa de Muñoz Seca y el hijo de los finados le pidió un epitafio para su tumba. Muñoz Seca, atendiendo la petición, escribió lo que sigue:

“Fue tan grande su bondad,

 tal su generosidad

 y la virtud de los dos 

que están, con seguridad, 

en el cielo, junto a Dios”.

Esta afirmación tan categórica parece que no  agradó al Obispo por lo cual, el epitafio, no recibió la aprobación eclesiástica. La razón: la contundencia del autor afirmando que el matrimonio había alcanzado la gloria eterna.

Ante tal contrariedad, Muñoz Seca redacta una segunda versión a sabiendas, por lo visto, que no recibiría la debida autorización para insertar en la lápida. Ésta:

“Fueron muy juntos los dos,

 el uno del otro en pos,

donde va siempre el que muere

pero no están junto a Dios

porque el obispo no quiere”.

Si la primera desagradó, esta empeoró el asunto y claro, no fue aprobado el epitafio, por lo cual compuso el tercero con este tenor:

“Vagando sus almas van  

por el éter, débilmente, 

sin saber qué es lo que harán

porque, desgraciadamente,

 ni Dios sabe dónde están”.

Es una buena prueba del sentido del humor de Muñoz Seca, injustamente preso en Barcelona y trasladado a una checa de Madrid para, posteriormente, ser vilmente asesinado. Sus restos reposan, creo que para siempre, en Paracuellos del Jarama, en cuyos campos reposan con él miles de personas asesinadas de la misma forma vil.

Lástima que el odio cainita truncara la vida de esta excelente persona y mejor autor y nos privara, para siempre, de ampliar por su fecundidad escribiendo, de lo que pudo escribir.  Por eso utilizando sus versos digo con él:

Su excelencia fue tan grande

como persona y autor,

que afirmo con rotundidad:

“que está, con seguridad, 

en el cielo, junto a Dios”.

 

 

Comentarios
  • Manuel Rodríguez

    12 May 2017

    17-05-12

    Muchas gracias. Su documentado comentario me retrotrae a mi adolescencia donde conocí a Muñoz Seca en “el espanto de Toledo” adaptada por la biblioteca salesiana para ser representada solo por varones.

    El protagonista, catedrático de biología del Intituto, se llamaba D. Rosario Palma Lachica (en el original D. Rosario Sarasa Lachica ) cuyo nombre era objeto de bromas. Era tal su irascibilidad que “si un alumno se reía en clase, no sólo lo suspendía, sino que pedía explicaciones al padre”. Empieza la obra, precisamente, con su familia alarmada porque D. Rosario se batía en un duelo a sable.

    La imaginación de Muñoz Seca le hacía ensartar, en “el espanto…” refranes que él adaptaba al texto. Sirva como ejemplos: “Aquí y en Andújar, el que sabe exprimir es el que estruja”. O estos otros: “En boca cerrada no entran moscas ni entra nada” con la respuesta: “Y en boca que tenga mella, si entra una mosca allá ella”. Como puede observarse la imaginación de tan genial autor no tiene límites, y para comprobarlo basta pinchar en este enlace: https://archive.org/details/elespantodetoled00muno
    que reproduce el original. Gracias de nuevo y un saludo.

  • miguel diaz alcaraz

    10 May 2017

    Conocía los epitafios muestra del gran ingenio de este autor, me parece muy oportuna la cita que hace de Muñoz Seca, gran escritor con el que he disfrutado leyendo algunas de sus obras.
    Su asesinato me parece como todos una barbaridad pero fue consecuencia de lo que ocurre en todas las guerras civiles.
    Cito dos de sus últimas frases, la primera pronunciada en el juicio “sumarísimo” a que fue sometido: “podréis quitarme las monedas que llevo encima, podréis quitarme el reloj de mi muñeca y las llaves que llevo en el bolsillo, podéis quitarme hasta la vida; solo hay una cosa que no podréis quitarme por mucho empeño que pongáis: el miedo que tengo”.
    La otra la dijo unos minutos antes de recibir los impactos del pelotón de ejecución: “Me temo que ustedes no tienen intención de incluirme en su círculo de amistades”
    Lo lamentable es que el movimiento actual de reivindicación de la memoria histórica, solo va dirigido a establecer la represión que padecieron las personas de las izquierdas pero ignora la que sufrieron las personas de derechas.

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