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Francisco Puchol


Valencia es, dicen, la Ciudad de las Flores, de la Luz y del Amor...Valencia es, digo, la Ciudad de la que salí dos veces diciendo no volver y a la que volví para dejar en ella más de treinta años de mi vida e incluso tener un hijo valenciano y recuerdos, muchos recuerdos, buenos y malos, como son todos los recuerdos, que nunca son ni lo uno ni lo otro en su totalidad.

Corría el año mil novecientos treinta y seis, concretamente su mes de Julio y yo con cinco años era, dicen, el caprichito de cuanta mujer joven pisaba la Playa. Veraneábamos en La Marcelina, en la vivienda que esta y su marido, Pepe, nos dejaban todos los veranos. El día diez y ocho de ese mes pasó lo que paso y mi padre, con toda su "tropa", ya éramos seis, abandonó, por encima de "milicianos" y amenazas la ciudad y en el primer tren nos fuimos a Albacete, donde vivíamos. Pasaron los años y en el mil novecientos cincuenta y dos me tocó hacer el Servicio Militar en esa Ciudad y concretamente en su Parque de Artillería. Terminado el periodo de instrucción y directamente desde el Hospital Militar de Mislata me "facturaron" sin escalas a mi casa, para que, en palabras textuales de Comandante Médico que firmó los papales, muriera acompañado de mi familia...me desahució él y me desahuciaron otros Doctores que me vieron...pero esa es otra historia...después de haber dicho que no volvería más por Valencia, en mil novecientos sesenta y seis, es obvio que no me había muerto, regresé de nuevo a sus calles, esta vez contratado por una Agencia de Publicidad, que llegaría a ser la Tercera de España, tanto en facturación como en prestigio, y que los Valencianos, como tantas otras cosas que poseen, sin saberlo ellos mismos, no valoraban en absoluto. Se llamaba Canut&Bardina y su Director, Mariano Canut, murió sin que sus paisanos le rindieran el más mínimo tributo, ignorado por miles de Valencianos, lo cual puede ser lógico, pero ignorado, también, por sus Autoridades, excesivamente preocupados de sus Fallas y otros "truenos" que no conducen a ninguna parte...pero esto es algo que ya conté en la Historia de la Publicidad, y que puede consultar cualquiera que desee ilustrarse sobre el Tema.

Abro hoy la ventana de mis recuerdos para rememorar a tres nombres, tres valencianos que entre los muchos que conocí están grabados en mi memoria con "letras" muy vivas. El primero, por ser el primero que conocí, se llamaba Salvador Martínez Altabella y era un Foto grabador que trabajaba para la Agencia. Casi dos metros de alto, uno o más de ancho y los que ustedes quieran poner de humanidad...sin conocerme apenas nos abrió a mí, a mi mujer y a mis hijos las puertas de su casa y en su chalet de La Cañada nos hizo sentirnos como en nuestra propia casa.. Un día, yo le había dicho que iba siempre que podía a comer a La Cañada, aunque fuera debajo de un pino, me dijo, "como te vea comiendo en otro sitio que no sea mi casa, a tu mujer e hijos los traeré en el coche, pero a ti te traeré a bastonazos"...y lo hubiera hecho el muy noble y "brutote" Salvador Martínez  Altabella.

Hace unos días ha muerto en La Mar, su Mar, Francisco Puchol, Abogado, de Derechas y amigo. Acababa de montar mi propia Agencia y necesitaba clientes, un primo mío me dijo, ve a sede de UCD y pregunta por Paco Puchol, lo hice y Paco Puchol, sabiendo mi sentir de izquierda, no solo me dio anuncios del Partido, sino que me dio también algo más valioso, su amistad. Me llevó a su Club de Encuentro, que él, con Manuel Broseta, había creado, me dio de alta en el mismo y ya no falté a ninguna de los "encuentros" que allí se dieron. Paco fue mi amigo y me llevó a la amistad de Manolo Broseta, a cuya boda asistí y con el departí en muchas ocasiones. El día que lo asesinaron, mi hijo que era entonces Director de Radio 80, me llamo para decírmelo y lloré, lloré por él y por sus amigos, por Paco Puchol que lo habría de sentir como la muerte de un padre...Manuel Broseta era la esperanza Política de muchos Valencianos y con él, en el, confluían lo mismo Emilio Atard,

Líder de la Derecha Valenciana que Antonio, creo se llamaba así, Palomares comunista de toda la vida. Volví a salir de Valencia, creo que la definitiva vez y sentí, con mi salida, perderle la pista a amigos como Paco Puchol, al que hace unos días he encontrado en la noticia trágica y luctuosa de un Periódico

Y hoy Mi Grito no critica, ni dice, simplemente llora, llora por el amigo muerto y por todo lo que con él vivió. 

 

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