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La beldad de la mentira


La señora Trump quiere instalarse un salón de belleza en la Casa Blanca. Todo cercano para ponerse más guapa o, con eco de las declaraciones machistas de su marido, ser “en esencia, un objeto estéticamente agradable”, muy agradable en cualquier momento. Se le puede cantar el soneto de Bartolomé Leonardo de Argensola (1562-1623): “Yo os quiero confesar, don Juan, primero, /que aquel blanco y color de doña Elvira /no tiene de ella más, si bien se mira, / que el haberle costado su dinero. // Pero tras eso confesaros quiero / que es tanta la beldad de su mentira, / que en vano a competir con ella aspira / belleza igual de rostro verdadero. // Mas ¿qué mucho que yo perdido ande / por un engaño tal, pues que sabemos / que nos engaña así Naturaleza? // Porque ese cielo azul que todos vemos, / ni es cielo ni es azul. ¡Lástima grande / que no sea verdad tanta belleza!” Ella, la señora Trump, parece tener claro que lo importante es la apariencia bella y, para conseguirlo, su deseo es tener a mano un salón-almacén de cosméticos, maquilladoras y otros servicios personales. Como el Presidente tiene sus asesores de imagen y marketing, ella busca su salón de belleza particular. Para las demás mujeres, Ronald Trump propone que lleven burka que, según dice, ahorra maquillaje y peluquería.

 

http://agvelasco.blogspot.com.es/

 

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