Publicidad

Tráiganme ese millón


Las elecciones del 26-J, esa especie de segunda vuelta que nuestros partidos necesitaban ante su incapacidad de llegar a un acuerdo, se han saldado favorablemente. Se han saldado favorablemente para el sistema cooptado por los conservadores. Los mercados vuelven a funcionar y la precariedad vuelve a estar a la orden del día en el empleo, el sistema de Seguridad Social y el bienestar público. Los escándalos de corrupción vuelven a estar al amparo tras la cortina de humo, mientras una especie de liberales -difícilmente cabría al arribafirmante llamarlos así- pueden campar a sus anchas entre las lagunas de la legislación y el posterior vacío de una parte del erario público.

La corrupción política se ha legitimado frente al miedo al populismo de izquierdas. Ambos demonios del sentido común y motivadores de ese voto al miedo que ha hecho que votantes liberales, socio-liberales y social-demócratas de Ciudadanos y PSOE, hayan dado su confianza a los populares, o más bien dicho, a Mariano Rajoy. Experto como lo fuera Javier Arenas en repetir fracasos electorales tantas veces como fuera necesario hasta que le tocase la lotería, aunque al segundo nunca le tocase nada. No es que el problema fuesen los conservadores en sí, pues todos tenemos derecho al libre pensamiento y la actividad política, sino su líder que es todo lo contrario de un ejemplo a seguir en política.

Mientras tanto, el PSOE ha conseguido evitar el “sorpasso” y mantenerse como la primera fuerza en la izquierda a la par que su socio, Ciudadanos, ha quedado convertido en una especie de pequeño vestigio de lo que podría llamarse una nueva Unión de Centro Democrático. Ahora bien, lo más preocupante de todo esto es observar cómo un sector del electorado acusa a los comicios de “pucherazo” por los buenos resultados de la derecha y el batacazo de Unidos Podemos. Señores y señoras, ¿dónde estaba ese millón de votantes que se ha abstenido y que eran parte de su apoyo electoral? Como siempre, nuestra sociedad sigue sin ver la viga en el ojo ajeno a la par que los votantes populares se creen ahora legitimados para hacer y deshacer a su antojo. Les recuerdo que no han conseguido mayoría absoluta y que su candidato, actual Presidente en funciones, tendrá que hacer malabares para ser investido. La política vuelve a la normalidad y los extremos ideológicos regresan al monte.

 

 

 

 

Comentarios
    No hay comentarios
Añadir comentario
- campo obligatorio (*)

Normas de uso
  • Esta es la opinión de los internautas, no de El Faro de Málaga
  • No está permitido verter comentarios contrarios a las leyes españolas o injuriantes.
  • Reservado el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.