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Buenas noticias


He leído en varios digitales que Sánchez y su corte han cogido vacaciones desde el inicio de agosto. El autócrata se ubica, ¿cómo no?, en Lanzarote (palacio de la Mareta) para después abordar Las Marismillas (otro palacio) dentro de Doñana. La corte parece contrariar a los medios, pues no he leído ninguna reseña sobre el paradero vacacional de ningún indocumentado que sea ministro. Al menos durante un tiempo ignoraremos (o eso creo) a sujetos cómicos que se pasean empavonados por cualquier medio para decir banalidades con solemnidad, como si hablaran ex cátedra. Pese a que la máscara deja al descubierto una retahíla de desperfectos, básicamente morales e intelectivos, quedan muchos individuos con exceso de fe o faltos de juicio crítico. A esos deben su cargo, arrogancia y bienestar. También a ellos incumbe la ruina de España y su propio infortunio.

Qué descanso proporcionan estos oportunistas incapaces si “dejan de trabajar para el ciudadano”. Jamás contemplé tanta desfachatez. Dicen desvelarse por nuestro bienestar cuando personalmente me gustaría que no se sacrificaran tanto, que cogieran vacaciones perpetuas. Por esto, ahora (a la cabeza el césar) me parece una noticia excelente que abandonen despachos y actividad dispendiosa no, lo siguiente en frase actual, potente. La inactividad del gobierno causa un efecto parecido al de la droga: adormece u olvida las dificultades para luego, una vez terminada su estela temporal, volver a experimentarlas con mayor intensidad. Cierto que la situación ni tranquiliza, ni sirve de consuelo; pero al decir del refrán (“ojos que no ven, corazón que no siente”) relegamos esa noticia no por esperada menos temida. Cuando ellos cogen vacaciones, nosotros saboreamos su goce.

¿Puede haber mayor paz individual que esquivar durante un tiempo la aparición en los medios de políticos cuya sola presencia física causa repugnancia? Si anuncian un plan social, económico, sanitario o medioambiental, me entran deseos de venganza porque sé seguro que —además de entrañar un objetivo espurio— se están choteando del pueblo. Aunque parece que desenfoco la realidad, esa pura visión individual, lo dicho (percibido desde la objetividad más rigurosa) no debiera tener contestación alguna. Necesitamos mayor exigencia con nosotros mismos, pero también con quien, en cada situación, rige u orienta convivencia y gobernanza del país. Sin embargo, usualmente ellos nos exigen ser vasallos mientras nosotros alzamos las manos en prueba inequívoca de total rendición a sus irregularidades y, lo que todavía es peor, a sus bellaquerías.

Quizás fuera el momento preciso para recordar las coplas de Jorge Manrique por la muerte de su padre que se inician con “recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte”. El “alma dormida” recuerda que la vida pasa rápidamente y que los placeres terrenales son efímeros. “Avivar el seso” significa despertar las entendederas. Si la primera reflexión es importante para enfocar con especial proceder la subsistencia, “avivar el seso” cimienta, o debiera cimentar, nuestra actitud ante el poder. Con mayor motivo si ese poder presenta rasgos casi tiránicos y, desde luego, arbitrarios. Reconozco que la hegemonía es elitista, pero no comprendo ni admito que su imperio pueda imponerse a una mayoría —por muy silenciosa que se muestre— democrática. Acaso permanezcamos inmersos en un régimen dictatorial con pelaje munífico. Malicio que las evidencias llevan lamentablemente a tan alarmante escenario pese a esfuerzos postizos para hacernos ver lo contrario.

Metidos en la harina del ahorro energético, acostumbrados al bochorno moral que impulsa esta caterva de aventureros e inconscientes de la ruina que genera su actividad gubernativa, ni en vacaciones descansa esa maldad ciega, ruin. Teresa Ribera, a la sazón nuera del controvertido juez argentino Enrique Bacigalupo (Dios los cría y ellos se juntan), en un ir y venir —ocupando siempre el flanco tonto del césar— desgranó la normativa “de obligado cumplimiento” que deben acometer todas las autonomías. Enseguida, las gobernadas por PP y el nacionalismo disidente, la cabra siempre tira al monte, manifestaron un rechazo frontal amenazando algunas con presentar recurso de inconstitucionalidad. Esto de la insumisión constituye ya un clásico en la vida política española. Nuestra democracia, a poco, se irá a hacer puñetas. “¿Puñetas?”, ¡qué sino!

Haciendo paralelismo con una cita popular, podríamos decir: ¡ahora tenemos un verano tranquilo …! aunque sofocante; ya verás como viene alguien y lo jode. Aquí el futuro viene de más porque esta plaga nos viene jodiendo desde hace cuatro años, al menos. Con vacaciones (un fugaz, casi quimérico, oasis) y sin ellas ya que “no necesitan sardinas para beber vino”. Ignoran qué es autocrítica o autorresponsabilidad; solo hay un culpable: el ciudadano. Improvisación, negligencia, caos, son epítetos adscritos al populacho. Ocurrió, ante la falta de planes antipandemia, con el Covid cuya respuesta —propia de un gobierno medieval— conculcó derechos y libertades según sentenció el Tribunal Constitucional. Los daños no se conjugaron con disposiciones ni vacunas; la lucha de una sociedad concienciada, heroica, venció al “patógeno” en voz pulcra de un comunicador.

Que estamos abocados a una crisis energética, seguramente provocada, parece indiscutible. Insisto, el gobierno ya ha anunciado que son los españoles quienes tienen que enfrentarse a ella. ¿Análisis sobre alternativas nucleares o potenciación de energías renovables? No solo hay una respuesta negativa, sino que, a mayor gloria, este gobierno (ya no consigo nuevos calificativos ruines) mendaz y necio ha roto puentes con Argelia, nuestro proveedor clave de gas. Hago un inciso. Leo que Ribera —empoderada, recia, temeraria, probablemente encendida— amenaza a las Comunidades beligerantes a llevarlas al Constitucional. ¿Le quitará el sueño a Sánchez, igual que Podemos? Hayek en “Teoría económica y ciclo económico” <a >mantiene</a><span class="gmail-MsoCommentReference">[M1] </span>, universalizando su tesis, que las crisis son provocadas por factores reales: cambios tecnológicos, políticas de consumo e inversión y optimismo o pesimismo de los empresarios-gobernantes. Pues eso.

Paso por alto la tópica bufonada de Unidas Podemos con el rey al olor y abrigo de conseguir algún voto imprescindible para seguir viviendo a costa de esa “gente” que dice proteger. Debe tenerse presente que el partido comunista es incompatible con la democracia y, por lo visto, el sanchismo también. Pese a lo dicho en los párrafos precedentes, ambos grupos (Unidas Podemos y sanchismo) continúan su actividad corrupta, irritante, letal, despreciando no únicamente sus vacaciones cómodas, superfluas, sino las nuestras ineludibles para alejarnos de fantasmas corpóreos y voces falsas. Hoy, por encima de cualquier consideración, abruma el eco estridente del plan de ahorro y eficiencia energética aprobado por Sánchez, el caudillo. Curiosamente, los españoles soportamos (ahora sí) otro “generalísimo” casi cinco décadas después de muerto el primero. “Cosas veredes, amigo Sancho”. ¿Buenas noticias? Avivemos el seso y es probable que las consigamos, aunque el amplio paisaje sea desalentador.

 

 

 

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