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Cuando todos solo escucháis “a los mismos”


Nadie vive ni deja vivir si justifica algún derramamiento de sangre.

La verdad (de la realidad) solo es posible conocerla a través del conocimiento que gesta-supervisa solo la razón pero, también, por lo que manifiestan autoridades infalibles en tener razón o en nunca confundir a los demás. Esas autoridades son por casi todos conocidas (Gandhi, Luther King, Galileo, Sócrates, Jesucristo, etc).

Pues, cuando nuestra sociedad de nuevo afronta un conflicto muy difícil de resolver, siempre se debe recurrir a lo que tales autoridades (pero antes conociendo todo lo que sostuvieron y sus mismos principios de bien) dirían o defenderían sin titubeos como la mejor solución. Así es.

Desde eso, tenemos el caso actual de la invasión de Ucrania y de sus resistencias (a toda costa) sobrealimentadas por las potencias económicas europeas. Sin embargo, ¿se deben proteger a todos los países invadidos por otros o solo a Ucrania?, ¿se deben ayudar a todos los civiles del mundo (víctimas de una invasión) o solo a los que son ucranianos de forma especialmente irracional?, ¿hay víctimas de la guerra “de primera” y “de segunda”?, ¿sufren más los que más salen en los medios de comunicación? No obstante, la pregunta clave es: ¿se deben donar armas a favor de uno o de otro en una guerra?, ¡claro!, lo que significaría un dar “lo que la guerra quiere”, alentarla.

En el fondo, NADA ES VERDAD SI NO HAY VERDAD (a razón y siempre no mal-utilizada o manipulada). Porque todas las acciones armadas contra otros pueblos (sea en defensa o en seudodefensa o en cualquier motivo) son acciones que jamás de los jamases las aprueba una persona buena, ética o algo inteligente con la razón. No se engañe nadie, Jesucristo jamás las aprobaría, ni Gandhi, ni Sócrates, ni Luther King, ¡nadie con corazón y sin engaños! Así es.

Gandhi, por ejemplo, siempre diría: “No más derramamientos de sangre”.

Desde luego, toda guerra se nutre de las confusiones (interesadas o no) que se producen de tantos mensajes inconscientes o, también, deliberados (propagandísticos) por demasiados sirvientes de los intereses inmorales que  imperan. Y aun toda guerra es “un alentamiento bélico” que se vende a todos (porque aumenten las ignorancias-mentiras) para resolver algunos problemas que casi siempre tienen “los mismos” o solo unos que dominan en minoría.

La guerra es, en pura verdad, un capricho de orgullos ofendidos, de esos que quieren más esclavos o más propiedades o más poder aún; la guerra miserablemente es, sobre todo, un negocio (no existe guerra sin negocio) en donde los que venden “seguridad”, “gobernación salvadora” o armas sin parar siempre por seguro ganan; los demás no ganan nada, ¡nada!, solo pierden, pierden por enésima vez todos sus derechos, pierden el ser libres y pierden sus vidas.

Nadie vive ni deja vivir si justifica algún derramamiento de sangre. No más falsedades.

 

José Repiso Moyano

 

 

 

 

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