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El segmento de plata. Orgullo


     Con motivo de la celebración del cuarenta aniversario de la puesta en marcha del Hospital Materno Infantil de Málaga, se ha presentado una muestra fotográfica de las actividades de dicho centro sanitario. La misma se ha hecho presente en la “sala de estar” de los malagueños. La calle del Marqués de Larios.

     Recorriendo los diversos paneles que componen dicha muestra, inopinadamente me encuentro con una fotografía que me resulta familiar. Se trata de la instantánea que recoge el nacimiento de mi último nieto (Quique, el número diecinueve) que se encuentra en las manos de mi hija Carmen, la matrona del parto, que se lo está entregando a mi hija María del Mar, la madre, en presencia de su marido, mi yerno Kike.

    Además de la consiguiente sorpresa, la contemplación del póster hizo crecer en mí un sentimiento de orgullo. Muchos de los que han compartido mi vida a lo largo de los años han triunfado en los diversos aspectos en los que hemos coincidido. Pueden presumir de bienes materiales, de honores o de prestigio merecidamente ganado. Yo me conformo con el orgullo de haber transmitido una serie de valores a mis descendientes. Por tanto presumo de un hijo médico, tres maestros, una licenciada en turismo, una matrona y dos excelentes comerciales.

    Se que estas circunstancias apenas le importan a nadie, pero las he querido hacer patentes hoy, día de los enfermeros, esos que tanto han luchado en la pandemia. El día siguiente al que, en un programa de gran audiencia televisiva, “el hormiguero”, se presenta un componente de la “nueva normalidad”: la pareja abierta o la “trieja” en la que, ya por sí misma, se crea confusión y se ignora la mayoría de los valores familiares.

    No sé que pasará en el futuro. Los ponentes de la idea, los realizadores e intérpretes de la película en la que se presenta este tema, alegaban que había que romper con 2.000 años de represión de los sentimientos animales de las personas. En fin, que volvamos a las cavernas. Eso sí, de tres en tres o más. Pendientes del vértice que nos controle.

    Reconozco que soy un antiguo. Con mucho orgullo. Un tipo raro que continúa transmitiendo la búsqueda de los valores que propician la verdadera felicidad. No seré nunca un VIP. Pero… que me quiten lo bailado. Hoy me siento orgulloso.

 

 

 

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