Vosotros, falsos poetas, habéis cubierto la ilusión con el sudor de vuestros bípedos cuerpos.
La densa y tediosa humareda de vuestros versos ha quebrado el alma de la madrugada.
Parecéis un ejército de pinchitos sazonados por la histeria colectiva: el triunfo a cualquier precio.
Sois capaces de soportar el infierno apagado de lo que llamáis poesía.
Seguid el sendero que os marcan; una bocanada de tedio os espera apenas llegue la noche.
Huid de mi travesía, si no es así os señalaré con el dedo de la verdad y seréis fulminados en el Sinaí de la Mentira: vuestro sitio.
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