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La buena noticia. Teléfono de la esperanza… dígame


      Efectivamente, allá por el año de Maricastaña fui llamado por unos amigos -los fundadores del Teléfono de la Esperanza de Málaga- para que me incorporara a dicha asociación como voluntario. Inmediatamente me “ficharon” como orientador y ahí permanezco desde entonces, primero en turnos de noche, donde he estado muchos años y últimamente, en turnos de mañana.

    Es decir, mi vida se ha desarrollado de forma paralela con mis actividades en dicha asociación. Allí he aprendido muchísimo en la universidad de la escucha. He pasado momentos muy alegres y otros angustiosos. Estos últimos los menos. El agradecimiento sincero de aquellas personas que se sienten aliviadas por tu escucha suple con creces los momentos difíciles en los que solo te falta comenzar a llorar con el llamante.

    En estos días se ha expuesto, desde los mentores del Teléfono de la Esperanza a través de un pasacalles informativo, la preocupación que sentimos todos ante la situación actual en la que el número de suicidios es bastante elevado. Esta circunstancia me ha hecho recordar que hace años, cuando yo pertenecía a la directiva del teléfono, realizamos una actuación similar haciendo partícipe a los medios de comunicación que cada día se producía un intento de suicidio en Málaga y del problema que representaba dicha circunstancia. Desde “arriba” me llegó una advertencia para que no “aumentara la alarma social” entre los malagueños. Ojos que no ven…

     El suicidio es un grave problema de la humanidad que tenemos que afrontar. Personalmente me he encontrado con el mismo en diversas ocasiones -espero que con éxito por lo menos aparentemente-. Ahora han mejorado mucho los medios con los que cuenta el Teléfono de la Esperanza para ayudar a aquellos que la necesitan en esta situación extrema. Se ha puesto en marcha el programa MEMIND preparado para afrontar los procesos de suicidio, lo que permitirá atenderlos de una forma más eficaz.

     A final de este año me jubilaré como orientador. Creo que ya me queda poco que aportar. Pero ahí queda un equipo de voluntarios y profesionales que llevarán adelante esta maravillosa obra que tanto ha paliado el sufrimiento de los seres humanos que nos rodean.

  Mi buena noticia de hoy es que se seguirá atendiendo con la frase: “teléfono de la esperanza… dígame”.

 

 

 

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