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Facebook, el concejal 22


Desde que soy concejal de la oposición uso las redes sociales de forma intensiva como herramienta de trabajo. Raro es el día que no comparta propuestas o iniciativas propias o en apoyo de colectivos y asociaciones de Alhaurín. También críticas y denuncias, que motivos no faltan, aunque esta es la parte que menos me guste.  Y raro es el día en que no lleguen llamadas, mensajes de whatsapp, correo, twitter o Facebook relacionados con preguntas, propuestas y avisos de deficiencias de algún tipo o animales perdidos o abandonados en nuestro pueblo. Esto, sin duda, es una responsabilidad para el que los recibe, una señal de que existe una demanda de canales de alerta y comunicación con el Ayuntamiento y una prueba de que las redes sociales y la tecnología pueden servir para reducir la distancia entre las instituciones y los ciudadanos.

Casi cuatro años después de que pusiéramos en funcionamiento en Facebook el primer Fotodenuncias en Alhaurín, de empezar a retransmitir los plenos por Twitter y contar casi a diario lo que se cuece en el Ayuntamiento a través de las redes, el Alcalde, que me llamaba despectivamente concejal 2.0, cedió. Mandó abrir cuentas suyas y del Ayuntamiento y hasta contrató a quien le ayudase con sus perfiles. En este tiempo el Ayuntamiento ha probado diferentes herramientas: un número de teléfono, una aplicación web, un número de whatsapp y recientemente una App para canalizar los avisos de incidencias en la vía pública, algo que apoyamos y con lo que colaboramos activamente dando difusión y canalizando a través de ellas los casos más urgentes que siguen llegando por otras vías.

Sin embargo, ninguna aplicación oficial puede ni debe sustituir el legítimo derecho de los ciudadanos a expresar y comunicar a las instituciones y al resto de ciudadanos sus críticas, demandas y aportaciones usando todos los medios a su alcance.  Es ineludible que los que nos gobiernan se adapten a ellas, aceptándolas como parte de las nuevas relaciones con nuestros vecinos como una evolución natural de eso que llamamos Democracia, como la actualización, salvando las distancias, de esas asambleas que en la antigua Grecia reunían en las ágoras a la población para debatir y tomar decisiones que afectaban a todos. Ejemplos como el Ayuntamiento de Jun, donde la participación directa y vinculante de la ciudadanía a través de redes sociales es la auténtica forma de gobierno, deben hacer reflexionar a quienes aún se oponen o muestran recelos al uso de la tecnología. Probablemente este rechazo a la tecnología oculte otro rechazo más preocupante a la propia participación ciudadana ya que convertir Internet y las redes en las nuevas ágoras virtuales donde todos quepan adelgaza el poder “representativo” de los “electos” en favor de un autentico poder “participativo y directo” de los ciudadanos.

En el caso concreto de Alhaurín, la paulatina puesta en funcionamiento de estas herramientas tecnológicas de carácter oficial ha provocado que el número de avisos y fotodenuncias de temas relacionados con la vía pública y el mantenimiento de los servicios descienda y que cada vez más, se llenen estos grupos y redes de asuntos relacionados con animales perdidos, abandonados o maltratados. Esto es síntoma de que afortunadamente está empezando a funcionar el sistema de avisos oficial, pero también de que existe una reclamación ciudadana en materia de convivencia con los animales que no encuentra canal oficial y se busca otras vías alternativas.

Alhaurín de la Torre tiene una asignatura pendiente en esta materia y existe una demanda social insatisfecha, algo a lo que, por el momento, no es sensible el equipo de gobierno municipal. O tal vez sea aun peor.

Recientemente hemos vivido un caso que ha puesto de manifiesto esta realidad y que debe servirnos para aprender y reflexionar. Uno de tantos casos, que denunciaba un posible maltrato animal inundó los grupos y redes sociales de alcance local y hasta llegó a trascender a los medios de comunicación de alcance provincial.

En principio era un aviso como tantos otros que suelen llegar, pero con algo en especial. Existía una prueba. Un vecino grabó un vídeo en el que un perro estaba atado a una cadena en una propiedad privada y sufría lesiones y heridas evidentes en el cuello provocadas por un collar metálico de castigo. El vecino, que nos pedía permanecer en el anonimato, decía haber puesto en conocimiento de la policía local el asunto varios días atrás y que esta se negaba a recibir la denuncia, indicando que debía presentarla en otro cuerpo de seguridad del estado. Solo cuando el video-prueba difundido en las redes sociales causó cierto revuelo y presión social la policía local acudió al lugar para verificar lo denunciado.

Si bien es cierto que la policía local no tiene competencias en delitos que pudieran derivar en responsabilidad penal, no es el primer caso en el que se responde a este tipo de avisos desviando a los denunciantes a la Guardia Civil y no llegan a tramitarse ni tan siquiera los expedientes de denuncia administrativa, algo que si es obligación y competencia de la policía local ya que aunque Alhaurín de la Torre carece de ordenanza municipal de protección animal ( algo que venimos reclamando desde hace ya 4 años), tanto la ley autonómica como la estatal contemplan la obligatoriedad de garantizar la protección y el bienestar de los animales y sancionan a quienes las incumplan.

A tenor de la respuesta del concejal responsable de la Policía Local en el último pleno, la inacción inicial de los agentes, parece responder a unas instrucciones expresas del Ayuntamiento de que no se cursen este tipo de denuncias, pese a lo cual, es de justicia reconocer que muchos de los agentes son especialmente sensibles a este tema y colaboran dentro y fuera de su horario laboral con protectoras y asociaciones en casos relacionados con pérdidas y maltrato animal.

Pero si grave es esta forma de proceder, lo que ocurrió después, en este caso concreto, vino a sumar más despropósitos y a evidenciar más fallos en el procedimiento que el Ayuntamiento dicta a los agentes de policía. En este y otros casos en los que se ha incluso trasladado a un animal encontrado a las dependencias municipales se ha rechazado el decomiso o custodia del animal con la excusa de que a determinadas horas el servicio de recogida no ofrece el servicio algo que es absolutamente incierto ya que el Ayuntamiento tiene contratado un servicio externo de recogida y custodia de animales que tiene la obligación de atender estos casos las 24 horas del día. Servicio que, por otra parte, supone el sacrificio de cientos de perros y gatos cada año financiado con casi 40.000 euros del presupuesto municipal.

Ante esta situación y la manifiesta insensibilidad del equipo de gobierno ante un problema que afecta a la convivencia de los ciudadanos y los animales, a los que ejercemos la función política como concejales nos toca seguir denunciando, reclamando y proponiendo medidas concretas , entre ellas la elaboración de una ordenanza municipal que encaje estas sensibilidades y los derechos animales en el marco legal y permita a los agentes de la policía local actuar en caso necesario, que fomente mediante acuerdos con las asociaciones la adopción como alternativa al sacrificio de animales sanos y que sustituya la externalización del servicio de retirada de animales por un albergue municipal.

Al resto de quienes piensen que esto debe arreglarse para evitar que vuelvan a suceder casos como los que ocurren cada día, les corresponde hacer lo que lamentablemente parece ser la única via de cambiar las decisiones de ciertos políticos, ejercer de ciudadanía activa y grupo de presión, votando cuando toque y alimentando las herramientas que la tecnología pone a nuestro alcance para hacer llegar a los que nos gobiernan lo que piensan los ciudadanos, nuestros auténticos jefes, los que nos han puesto allí.

Demostrar que, por ahora, Facebook o Twitter pueden ser el concejal 22.

Juan Manuel Mancebo Fuertes es concejal y portavoz de Alhaurín Despierta en el Ayuntamiento de Alhaurín de la Torre y miembro de Electores-EQUO.

 

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