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“El mejor libro del mundo lo escribió un manco en mi tierra”


La coincidencia en esta fecha de la muerte de Shakespeare y Cervantes hizo que, en 1926, para conmemorar el aniversario de su muerte, se instituyera como día del libro, idea que germinó en Cataluña. La coincidencia de la festividad de San Jorge implantó la costumbre, entre las personas que se quieren, regalarse un libro y una rosa. Hermosa tradición digna de ser  mantenida y conservada.

Lo curioso es, que la extensa y amplísima obra de Cervantes, gloria de las letras españolas, sea nublada por D. Quijote, su personaje más emblemático. Nos hemos acostumbrado tanto a él que su “triste figura” nos parezca real e histórica. Así,  cuando pasas por Puerto Lápice u otras tierras cervantinas, tienes la creencia de que por allí, en su tiempo, deambuló el personaje más representativo del alma española.

Así, también resulta curioso que, con los dichos de D. Quijote resuene en la mente la voz de Fernando Fernán Gómez en detrimento de la de otros actores como: Rafael Rivelles o Fernando Rey quienes, con maestría, tan bien lo interpretaron.

Y siguiendo las curiosidades te encuentras, que para solicitar la aprobación de la publicación de la segunda parte del Quijote, el licenciado Márquez Torres invoca por comisión del Señor Doctor Gutierre de Cetina, vicario General de la Villa de Madrid. Y me pregunto ¿Será descendiente de aquel otro Gutierre de Cetina autor de “ojos claros”, versos que terminaban diciendo?

¡Ay tormentos rabiosos! Ojos claros, serenos, ya que así me miráis, miradme al menos.

Y es preciso recordar aquellos de  Leopoldo Cano en su «Gloria a Cervantes»:

De aquel tesoro sin par,

Cervantes, con rica vena,

puso tanto en cada escena

en una página sola,

que (aun siendo la obra española)

España la encuentra buena.

Tan buena es que los siglos no agotan ni anulan la vigencia de su pensamiento.

Así el diálogo de D. Quijote con Sansón Carrasco con la cuña de Sancho:

–Ahí entra la verdad de la historia –dijo Sancho.

–También pudieran callarlos por equidad –dijo don Quijote–, pues las acciones que ni mudan ni alteran la verdad de la historia no hay para qué escribirlas, si han de redundar en menosprecio del señor de la historia. A fe que no fue tan piadoso Eneas como Virgilio le pinta, ni tan prudente Ulises como le describe Homero.

–Así es –replicó Sansón–, pero uno es escribir como poeta y otro como historiador: el poeta puede contar, o cantar las cosas, no como fueron, sino como debían ser; y el historiador las ha de escribir, no como debían ser, sino como fueron, sin añadir ni quitar a la verdad cosa alguna.

[Mi apostilla a pie de página: Eso es lo que debe ser y no es]

Y para concluir he de recurrir  de nuevo a «Gloria a Cervantes»:

Hoy dice el mundo (y se engaña)

—¡pues no era manco el autor!—

Mas quien hizo tal primor

salió manco de campaña.

Si por la gloria de España

que en el Quijote se encierra

Europa nos arma guerra,

decid con desdén profundo:

—El mejor libro del mundo

lo escribió un manco en mi tierra.

Estos versos me recuerdan siempre, con nitidez, a mi padre quien, siendo yo muy niño, me los enseñó y permanecen vivos en el recuerdo. El Señor le diera el descanso eterno. MR.

 

  

 

Comentarios
  • Manuel Rodríguez

    25 April 2016

    comentario de alcance: Olvidé incluir la reseña de la cita cervantina. Se encuentra en: 2ª parte capítulo III

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