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La otra mirada. El Padre nuestro de Dolors


Decía el poeta guipuzcoano Gabriel Celaya: “Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse”. La poesía debe de incomodar, pues el creador no puede convertirse en un complaciente lacayo domesticado por el sistema; su voz ha de ser en todo momento provocadora.

Pero claro, con estos mimbres hay quien confunde el tocino con la velocidad. Es el caso de la poeta Dolors Miquel a quien le fascinan los versos agresivos, esos que irritan como un furúnculo en las asentaderas y que funcionan como una trituradora de las normas establecidas. Lo acaba de demostrar en la entrega de los premios Ciutat de Barcelona, donde ha recitado un poema blasfemo, parafraseando algunas estrofas del “Padre nuestro”, transformadas en vulgares versos de mal gusto: “sea santificado vuestro coño …/… hágase su voluntad en nuestro útero …/… y no permitáis que los hijos de puta aborten el amor …/… por los siglos de los siglos. Vagina… Vamos.” Una insolencia que, obviamente, ha sentado como una patada en el riñón de creyentes y simpatizantes de la fe católica.

Su minuto de gloria me ha recordado al del histriónico grupo “Los punkitos”, cuando allá por los alocados años ochenta cantaban aquello de: “Caca, culo, pedo, pis”, en un intento de modernidad y originalidad. Miquel ha construido su puesta en escena sobre la ridiculización de las creencias ajenas. Su progresía ha descansado en un discurso soez, grosero e insolente, que por trasnochado tiene el regusto de lo rancio.

Dolors se ha confundido al considerar que la libertad de expresión es un derecho absoluto, por encima de los sentimientos y derechos de los demás. El suyo no es un grito en favor de la emancipación, sino una llamada a la selva.

Siempre he pensado que la inteligencia es incompatible con el mal gusto y la zafiedad. Incluso la modernidad o la vanguardia no otorgan pase de libre circulación por las autopistas de la ordinariez o la insolencia. Lo peor de todo es que el desatino no sólo ha sido aplaudido por la regidora barcelonesa, Ada Colau, sino que, encima, las ocurrencias y majaderías líricas se sufragan con dinero público. Un poquito de por favor….

 

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