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El Ayuntamiento reconoce el significado de la Vega de Mestanza y le dedicará un monumento


El Pleno del Ayuntamiento de Alhaurín de la Torre ha aprobado una moción institucional, firmada por todos los portavoces municipales, en la que se ha decidido reconocer el “sentido y el significado de la Vega de Mestanza” para la historia de la localidad y agradece el esfuerzo de los fundadores del Cortijo, José Mestanza Cruz y María Mestanza Luque y de toda su familia durante casi un siglo. Como muestra de esa gratitud, el texto también ha acordado realizar un monumento, consistente en un monolito de piedra y una placa con leyenda, dedicado al lugar y que se ubicará en zona próxima la misma.

Y en tercer lugar, y en un nivel más reivindicativo, la Corporación, atendiendo la historia y el valor de la Vega de Mestanza, sigue defendiendo que la ubicación elegida para la construcción de la EDAR Málaga Norte no es la más idónea.

Los grupos municipales se han puesto de acuerdo en poner en valor un espacio agrícola con con casi 100 años de historia. Y es que en 2024 se cumple el centenario de una aventura familiar que perdurará para siempre en la historia de Alhaurín de la Torre. Ese año se recordará la fundación del Cortijo Mestanza y la llegada a la fértil vega de un matrimonio “que ha dejado una huella imborrable”, según el texto.

José Mestanza Cruz y María Mestanza Luque arrendaron a los marqueses de Larios una tierra baldía que se inundaba con frecuencia por el cauce no constante que tenía entonces el río Guadalhorce. Se trataba de una llanura de más de setenta hectáreas, un terreno yermo y húmedo con plantas características de un ecosistema de ribera.

Pero el matrimonio no venía sólo. Junto a ellos, sus nueve hijos (más otro en camino) y una ilusión enorme. Entre todos consiguieron hacer de ese terreno una vega fértil que comenzó a ser el ejemplo para los agricultores colindantes. En los primeros años, hasta la década de 1970, predominó la caña de azúcar, junto a las que había parcelas de alcachofas, patatas, remolachas, maíz, tabaco, sandía o melones, entre otros frutos y hortalizas y convertida la vega hoy en una explotación de cítricos, la mayoría ecológicos.

Con mucho esfuerzo, pasado un tiempo, el matrimonio decidió comprar las tierras a los Larios, adquisición que cambió para siempre la historia de un humilde cortijo. La construcción de los embalses supuso un beneficio importante para la vega porque gracias a ello se pudieron controlar en cierta medida las crecidas del río, que tanto daño hacía a los cultivos.

Y esa generosidad en el trabajo, en el esfuerzo diario, fue haciendo de la vega de Mestanza un lugar muy demandado por los agricultores. Cientos y cientos de jornaleros del campo de Alhaurín de la Torre, de Campanillas, de Cártama, trabajaron estas tierras y gracias a ellas sacaron adelante a sus familias.

La familia Mestanza, siempre con honradez y generosidad y no sin dificultades, supo gestionar el trabajo de todas esas personas, luchar por sus hijos, incluso en momentos trágicos de nuestra historia.

Más adelante, el declive de la caña de azúcar supuso un cambio fundamental en el paisaje de la vega y comenzaron, hace ahora medio siglo, a cultivarse cítricos como naranjos, limones o mandarinos, convirtiéndose en una zona de gran rentabilidad agrícola y en un pulmón verde e importante ecosistema.

La última vega de la ciudad de Málaga, por la pertenencia de los terrenos a la capital, pero unida de forma indisoluble a la historia de Alhaurín de la Torre, su madre, se resiste a desaparecer. Porque hoy, de todas las alternativas posibles para ubicar la necesaria depuradora norte del Guadalhorce y que tantos años lleva de retraso, la Junta de Andalucía señaló a esta fértil vega como el lugar de construcción de la misma.

“Pase lo que pase, la vega jamás desaparecerá de la memoria del pueblo”, recalca el alcalde, Joaquín Villanova. La mayoría de la población del cortijo, apellidados Mestanza, son descendientes de José y de María (hijos, nietos, bisnietos, tataranietos). Ellos se encargan de mantener viva la historia del cortijo y de su vega, el pulmón y la despensa de la ciudad de Málaga. Por todo ello, como memoria de gratitud del pueblo de Alhaurín de la Torre, se han adoptado estos tres acuerdos. 

 

 

 

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