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El uso y abuso de etiquetas


            Los productos han de ir etiquetados para obtener información de ellos: el origen, la fecha de caducidad, la composición, el proceso de manufacturación...

            ¿Pero y en las personas? Es común escuchar en el seno familiar: fulanito es más vago que menganito, no sé quién es más inteligente, es que es muy nervioso, se distrae con cualquier cosa, su forma de ser es más abierta...

            Como si de un producto se tratara, se etiquetan a los miembros de la familia, no dejando la oportunidad de poder ser otra cosa.  “Made in Pérez family”, como si la posición que se tuviera en un momento determinado, indicara un ser.  Eso que llaman personalidad tiene más que ver con una posición, un estar, no un ser, en el sentido que es cómo reacciono ante las situaciones de la vida, ante mis propios deseos.

            A veces, a través de esas frases ideológicas estamos tapando cuestiones que son llamadas de atención de algo que la persona habla a través de ese “ser nervioso”, “vago”... Otras, simplemente corresponde a algo pasajero, una forma de hacer en un momento determinado, una fase del crecimiento, o cuestiones familiares donde a través de ciertas “actitudes” las está hablando.

            Si hablo del otro  y con el otro como si fuera un retrasado, lo hago retrasado. Si puedo pensar al otro diferente también se puede modificar de lugar. Es como si de una función de teatro se tratara, donde la historia tiene que ver con los papeles aprendidos. Si cambio de frase (esto es lo que se ve, en realidad es la forma de pensar, que es inconsciente), también el otro podrá ser otra cosa.

            Hay una necesidad en todas las personas de forjar una identidad propia, y esto se hace a través de las identificaciones con el papá, la mamá, los hermanos... y sus separaciones.  Después con  las personas que van conformando el entramado de las relaciones fuera de la misma.  Pero los primeros vínculos dejan una huella imborrable en todos, y todas las cuestiones actuales tienen que ver con esa inmadurez psíquica, donde nose ha permitido alcanzar un nuevo lugar en el mundo, donde se rompan esos esquemas familiares. “Es que es como la madre, y su hermana como el padre” y ahí van por la vida con esa identificación como si fuera un cromo, impregnando ese destino, pareciendo algo ajeno, como si le persiguiera y no se pudiese zafar de él.  Es una repetición incosnciente.  Así, aunque uno sea el nervioso, el vago, etc. al menos sigue teniendo esa posición familiar.

            Cuidado con las etiquetas, pero con las que cada uno interiormente se hace de abanderado y dice “yo soy así” para seguir estando en su familia, sobre todo en la imaginaria que tiene en su cabeza. Puede estar en el mundo pero no está.

            No importa de dónde viene uno, sino donde va. No lo que le pase, sino lo que hace con lo que le pasa. Sigmund Freud nos indicó que no es el pasado el que hace el futuro, es el futuro el que nos determina, y el que va a cambiar la percepción de nuestro pasado.

 

Laura López, Psicoanalista Grupo Cero

www.lauralopezgarcia.com

 

 

 

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