En estas fechas, la cristiandad celebra el nacimiento en Belén de Nuestro Señor Jesucristo. El llamado “Santo Advenimiento”.
Es por tanto signo de alegría porque con este acontecimiento se conmemora la continuación del Misterio de la Redención, iniciado con el anuncio del ángel a María; Misterio que continúa de forma incruenta en la Misa.
A lo largo de los años, como en tantas otras cosas, la fiesta ha dejado de ser, en parte, lo que era.
El signo de los tiempos, y el desarrollo económico, la ha convertido en una acción consumista sirviendo de acicate para las reuniones familiares que, a veces, se convierten en centros de desencuentro.
El cristiano, sin desdeñar el signo de los tiempos, debe tener muy presente el hecho trascendente que se celebra, gozar del encuentro familiar e inundar su alrededor de la alegría que supone celebrar el Nacimiento del Niño-Dios.
Que ese Niño bendiga cada hogar y muy especialmente el de los lectores suscriptores, compañeros columnistas y cuantos de una forma u otra estén vinculados con “el Faro…” a quienes, desde aquí les deseo una Feliz Navidad y que, en el próximo año, se cumplan sus deseos, si les conviene. MR.
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