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Generaciones


Cuando se habla de generaciones, se refiere, habitualmente, a la sucesión de abuelos, padres, hijos, a esas las llama Ortega, generaciones genealógicas. Sin embargo, el propio Ortega al hablar de la razón histórica, pretende se estudie la Historia siguiendo el método de las generaciones históricas  diseñado por él y mantenido por Julián Marías el discípulo continuador de su escuela.

Para Ortega, la vida de una persona se descompone en tres tramos: de 9 a 30 años que comprende la niñez y juventud. De 30 a 60, que delimita la madurez. Más de 60 que comprende la vejez. Piénsese que esto lo escribe Ortega hace casi un siglo, donde la esperanza de vida de una persona era mucho más limitada que en la actualidad.

En la primera etapa, de 0 a 30 años es de preparación. En ella crece, se desarrolla, aprende y en el último tramo se ha incorporado a su vida laboral. La segunda etapa, de los 30 a los 60, la divide en dos: de 30 a 45 que es de creación y desarrollo y la de 45 a 60, que es de gestión. La última, los mayores de 60, incide poco en la vida y está como recogiendo los frutos cosechados con anterioridad.

Cuando se han cumplido años, se mira retrospectivamente esta clasificación se concluye que, el gran pensador español, acierta de pleno con la corrección de un ligero desplazamiento de los sesenta.

Ortega profundiza en la idea y sugiere que cada 15 años se produce un cambio. Para la interpretación de la Historia por ese método, Ortega fija una fecha y se pregunta ¿Qué generación la compone?  Y busca un epónimo, alguien relevante que haya cumplido los treinta años,  quién le da nombre a la generación y sitúa en los tramos siete años antes y siete después de la fecha a todos aquellos que cumplan treinta años en el intervalo. Es posible que alguno de ellos no encaje dentro del esquema mental de la generación; en ese caso hay que adscribirlo a la anterior o subsiguiente dependiendo de la “zona de fechas”, en su decir.

Como no pertenezco a ese mundo intelectual y mis conocimientos de Historia son tangenciales, no sé si algún historiador a utilizado ese esquema para estudiar los avatares de la Historia.

Hace muchos años que leí a Ortega al que de vez en cuando vuelvo. En esta ocasión, suscitado el recuerdo, me encuentro con el concepto. Me ha parecido atractivo ofrecerlo a los lectores por su interés histórico e intelectual. MR.

 

 

 

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