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Paco de la Torre vs Isabel Díaz Ayuso


Corría el año 2010 y el noble Salón de los Espejos del Ayuntamiento de Málaga acogía la entrega del Premio de las Letras Andaluzas al poeta y periodista malagueño, Manuel Alcántara.

La sala, como era de esperar, estaba a rebosar y una vez iniciada la ceremonia, hizo acto de presencia el exalcalde socialista, Pedro Aparicio que, sin hacerse notar, se fue hasta el fondo del salón, donde quedó en pie tras las últimas filas.

El alcalde (del Partido Popular), Francisco de la Torre, interrumpió brevemente el acto, tomó el micrófono y solicitó a uno de sus concejales, que ocupaba uno de los primeros asientos, que dejase libre el mismo para ceder su lugar al exalcalde socialista, mientras invitaba al exregidor a tomar asiento a la vez que le decía: “querido Pedro, tú siempre serás mi alcalde, por lo que tu sitio es aquí en primera fila”.

Hoy, que asistimos a una forma barriobajera de hacer política, donde la descortesía o el insulto se han convertido en el pan diario; hoy, que los hooligans de la cosa pública empiezan a campar a sus anchas y sus gamberradas y zafiedades son entendidas como un valor positivo del curriculum político, es bueno recordar que hubo un tiempo en el que educación, elegancia o modales no solo tenían un elevado significado social, sino que eran imprescindibles si aspirabas a ser alguien en el territorio del servicio público.

Asistir, como hemos asistido, al bochornoso espectáculo ofrecido por el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso impidiendo, a manotazos, el paso a un ministro del legítimo Gobierno de España para acceder a un estrado público (y no entro a valorar quién tiene más o menos razón o quién conoce mejor o peor los decretos protocolarios) es la indubitada materialización de que la grosería, cuando no la ordinariez, son premiadas en el seno de los partidos políticos. Y eso, créanme, es el germen de la descomposición democrática.

El Partido Popular hace mal, muy mal, mirándose en el espejo de Vox y sus peloteras; porque hay dos maneras de entender las formas en política: el modelo Paco de la Torre o el modelo Ayuso.

Paco es la elegancia, la finura, el estilo y la clase.

Lo de Ayuso es la “merde”, ya saben: caca, culo, pedo, pis.

Ni punto de comparación.

 

 

 

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