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Sanidad


Con frecuencia, en las manifestaciones de los sanitarios, se oyen gritos: “¡Defendamos la sanidad pública!” o bien comentarios  acerca de que se quiere privatizar la sanidad y cosas semejantes. Mi parecer es que, la sanidad y la educación, son los cimientos donde se asientan el desarrollo y progreso de una nación y para que sean firmes y sólidos, no han de tener fisuras y sus componentes, todos sus componentes, deben estar bien solidificados mediante la “argamasa” apropiada que conformen bastiones resistentes que defiendan del cerco y asalto permanente.

Para que ambos factores básicos, sanidad y educación, cumplan su cometido con la mayor eficacia, se han de utilizar todos los recursos existentes y mediantes gestores eficaces, obtener el máximo rendimiento. De ahí mi rechazo a la contraposición: sanidad pública vs. sanidad privada; o enseñanza pública vs. enseñanza privada.  Al postular el binomio sanidad y enseñanza, sin adjetivar, estoy defendiendo la libertad de elección de aquello que mejor cuadre con el estilo de vida que deseo conformar.

Verán: a primeros de Enero de 1953 ingreso en la Escuela de Aprendices de la RENFE en Málaga y en consecuencia soy dado de alta en el SOE (Seguro Obligatorio de Enfermedad); mi experiencia en él hizo que, cuando pude elegir, alcanzando por oposición plaza en el MEC en 1978, me decantara por la atención sanitaria de MUFACE que me permitía elegir entre las Aseguradoras con quienes MUFACE mantenía conciertos, en vez de la SS., elegí ASISA en la que sigo recibiendo una atención sanitaria excelente tanto en el Ángel, la más frecuente como en Xánit o Quirón, circunstancialmente. Ahí sigo, señal inequívoca de que el servicio recibido es satisfactorio.

Que mi elección había sido buena me lo confirmó la desastrosa gestión del covid  por la sanidad oficial. En vez de suministrarnos las vacunas  en el hospital habitual, nos obligaron, a dos personas con ochenta y tantos años, a ir a un centro de salud cuya sala de espera era un callejón a la intemperie y donde te inyectaban, un cuartillo cutre. El colmo fue la cuarta vacuna que coincidía con la de la gripe. Nos obligaron a ir al centro de salud para el covid y al Ángel para la gripe.

Para rematar, unas preguntas: ¿Cuántos afiliados, obligatoriamente, a la SS tienen contratados seguros particulares financiados por sí o por las empresas? ¿Por qué lo hacen? ¿Porque les gusta pagar un doble impuesto o porque no confían en la “sanidad pública”?

Mi propuesta es siempre: la libertad de elección. Esto es: que la SS pacte, como MUFACE, con las aseguradoras que quieran o con el Servicio Oficia    de Salud, como ente autónomo y cada cotizante elija quien le atiende. Tal elección, no tiene que ser definitiva. Se podrá modificar pasado un tiempo preestablecido.

Con este procedimiento, además de que la sociedad civil administre su destino, al aprovechar al máximo los recursos existentes, los tiempos de espera disminuirían sensiblemente.

Como la democracia la entienden los políticos como “todo para el pueblo pero  sin el pueblo”, seguiremos tutelados como infantes permanentes.

MR

 

 

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