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El último Copo


            Con ese título genérico: “El copo” publicó, a lo largo de los años, miles de columnas mi maestro, amigo y hermano Pepe García. Le conocí hace más de cincuenta años en una aventura apostólica en la que sufrimos, disfrutamos y compartimos cientos de experiencias a lo largo y ancho de toda España. Desde aquel primer cursillo de cristiandad que compartimos en Coín, (donde recibió el apelativo de Richard Widmark), hasta nuestras ultreyas y cursillos de cursillos en el país vasco, Valencia, Huelva, Almería o Jerez.

            Posteriormente se embarcó en el desarrollo de su vocación  política, en la que también le acompañé en sus inicios; en aquellas primeras elecciones democráticas en las que alcanzó el acta de diputado que mantuvo durante dos legislaturas. Después volvió a su puesto de la Inspección de primera enseñanza y sobre todo a la poesía  y el periodismo. Pero nunca dejó de ser  maestro en la amplia acepción de la palabra; le conocí como maestro en Cártama, y después, director del Bergamín malacitano. Siempre aprendimos de él cuantos le disfrutamos.

            Cuando dejó la política activa me volví a incorporar a su equipo, escribíamos en el diario de Málaga, en el diario de la Torre, en el diario Siglo XXI y, finalmente, en la nueva etapa del Faro de Málaga. Allí se encuentra colgado su último copo. Compartimos tertulias radiofónicas en Onda 8 y Onda Azul y sobre todo fuimos amigos entrañables.

            De todo eso hablamos ayer él y yo, ayer, mientras preparábamos su funeral. Pudimos compartir un rato a solas. Recordamos nuestras cenas de los viernes, nuestras partidas de póker (era todo un tahúr) con Valentín y Maribel  y nuestros viajes veraniegos por toda Europa. En mi mente se estaba escribiendo este Copo prestado que quiero que quede como recuerdo de una vida compartida con un amigo entrañable. Me costó trabajo despedirme de Rosi, Rosa Mari y sus dos nietas. De él no me he despedido. Sigue presente en mi vida y supongo que me tendrá guardado un sitio en aquel equipo de cursillos con el que iniciábamos nuestra andadura apostólica. Paco Gallero, Juan Petesa, Pepe Jiménez, Pepe García y un servidor. Todos ellos se encuentran ya con el Padre. Como yo era el más joven aun sigo por aquí. Cuando me llegue la hora volveré a compartir la tralla con todos ellos.

              Descansa en la paz del Señor mi amigo, mi maestro, mi hermano Pepe García.

 

 

 

 

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