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Un canto a la amistad: José García Pérez


Fue el poeta y crítico literario, José García Pérez, quien en el año 2002 escribió. “José Sarria es el poeta más suave, tierno y agudo que existe en esta ciudad que todo lo acoge y todo lo silencia, Málaga”.

Fue el primero que apostó por mi obra literaria al permitirme publicar en las dos colecciones poéticas que dirigió: Puerta del Mar (1998-2001) y Ancha del Carmen (2005-2009), esta última guillotinada por la indolente mano de Miguel Briones, mientras Bendodo se zampaba una docena de churros malagueños.

Esa misma ciudad que ha venido silenciando durante treinta años mi trayectoria como poeta y ensayista (lo cual, sinceramente, me importa un pepino), ha sido la que ha silenciado la incuestionable labor social, política, periodística y literaria de José García Pérez, a quien Francisco de la Torre y sus acólitos palmeros han venido negando, a  este “provecto poeta” (que dijera Abelardo Linares), el reconocimiento como Hijo Adoptivo de la ciudad que miles de escritores, personalidades culturales o políticas y miembros de la sociedad civil reclamábamos para García Pérez: Manuel Alcántara, Celia Villalobos, María Victoria Atencia, Antonio Hernández o Manolo Sarria, entre otros.

La vanidad de los hombres y la vileza de unos cuantos, son las que han impedido ese reconocimiento a quien, entre otros muchos méritos, debemos parte de la actual democracia y estado de libertad, siendo miembro de la Orden del Mérito Constitucional por nombramiento del rey Juan Carlos I al haber ejercido como diputado entre 1977-1982, siendo Constituyente y superviviente del secuestro del Parlamento español por parte del teniente coronel golpista Tejero.

Desde que nos conocimos en las tertulias del salón de su casa, allá por el año 1993, hemos vivido en las trincheras literarias y trabajado juntos en la revitalización del Ateneo de Málaga o de la Asociación de Críticos Andaluces y en el renacimiento de la Asociación Colegial de Escritores en Andalucía. Los trece Premios de las Letras Andaluzas hoy no existirían sin su decidida y acertada iniciativa. Han sido años confabulando para elevar un baluarte, una fortaleza, ajena a capillas y contubernios en la república de las letras, alejados de la vanidad del laurel de aquellos que construyen el mundillo cultural. Años donde descubrimos continentes repletos de sorpresas, donde el Grupo Málaga más que un grupo literario se erigió en pléyade de amistad y utopía. Años en los que “Papel Literario” fue el azote de los que construyen la petulancia y la fatuidad del fraudulento parnaso cultural.

Pero, ahora, que las muchas nieves ya cubren nuestros cabellos; ahora, que sabemos que las tumbas de la travesía contienen las fértiles manos de los hombres caídos, es “tiempo de paz y de memoria”, como escribiera Mariluz Escribano; de paz, de esa que habita en la casa primera, en el “tatuaje de leche del pezón de la madre” o en la hermosura de los años primeros. Y de memoria, porque ni las distancias ni el apartamiento podrán apagar aquellas luminarias que habitaron en nuestras terrazas y territorios durante tantos años, a pesar de los errores o los tropiezos. Es tiempo del regreso, portando en las alas el esplendor y la inmortalidad, esa que se encuentra en las hialinas aguas de la verdadera amistad.

Y aunque el Consistorio malagueño haya sido tan mezquino y miserable, al haberle negado este o cualquier otro más que merecido reconocimiento, me consta que José García Pérez es, no ya solo Hijo Adoptivo, sino Hijo Predilecto, en el corazón de muchos de los que hemos tenido la oportunidad de tener su cercana amistad.

Es tiempo, pues, de paz y de memoria y de cantar con el poeta argentino Rodolfo Tallón: “No moriré del todo, amigo mío,/ mientras viva en tu alma mi recuerdo./ Un verso, una palabra, una sonrisa,/ te dirán claramente que no he muerto”.

 

 

 

 

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