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El nuevo diccionario del “amor” y el “desamor”


Una alegría honda, nunca vista,

invadía mi ser cuando mis palabras

rompían el pedestal que te sostenía

y tú, caías, humanamente hablando

en mi boca y eso

era, para mí, todo el amor.

Miguel Oscar Menassa

 

         Hablar es lo genuinamente humano. Nos diferencia del reino animal.  Las palabras hacen de puente entre la realidad psíquica y la material. En la realidad psíquica están las fantasías conscientes y las inconscientes, de las que nada sabemos pero que producen efectos en el vivir. Cuando nos  relacionamos con los demás hay actos que hablan de esa realidad psíquica.

         Hay terminologías actuales que se utilizan para describir situaciones que se intentan catalogar como personalidades o comportamientos generalizados que se manifiestan en las relaciones. Tendemos a querer dar una explicación, obtener respuestas de lo que ocurre con nosotros, en nuestra vida y también de lo que pasa con los demás. En cierta manera produce alivio. Como quien busca un diagnóstico, algo que le diga qué es lo que te pasa. Lo que ocurre que cuando etiquetamos, cerramos sentidos, también nos cerramos el paso de la incertidumbre, a la apertura de otra cosa,  a que sólo después sabremos, a abrir sentidos. Podemos caer en la tesitura de escaparnos de la implicación de lo que nos pasa. Señalamos a la otra persona y no damos cuenta que también soy agente, que hay un deseo en mí disfrazado que se ha escenificado en mi relación con el otro.

         El ser humano se construye, está en continuo desarrollo. Es decir, no hay una personalidad fijada desde que nacemos. Nuestra forma de amar y de desear, se va constituyendo, bañada por esas primera relaciones amorosas que son las familiares y que van a ser el eje de lo afectivo-sexual. Nos vamos impregnando de rasgos de otras personas y también de impresiones que han actuado más intensamente sobre nosotros. Lo que está bien, lo que está mal...nuestra moral, se constituye en sustitución a la autoridad de los progenitores que nos indicaban los límites.  Renunciamos a nuestras tendencias egoístas, hostiles, eróticas... por no perder ese amor. 

         ¿Pero qué ocurre con esas tendencias hostiles, eróticas, egoístas que están presentes en las relaciones con los demás? ¿Podríamos decir que se regresa a esos momentos infantiles? ¿Es inevitable? En el mundo, en las relaciones con los demás, no debemos confundirnos: no podemos relacionarnos con los demás como lo hacíamos en la familia. Para construir el amor y poder establecer vínculos debemos conquistar también un lugar en el mundo, entre otros, con otros.   En el campo de las ilusiones no se pueden establecer relaciones por eso que las relaciones se basan en los pactos, en la palabra. Pero los sentimientos comunes son una asignatura pendiente. Es una locura dejarse llevar por los vaivenes emocionales, mejor psicoanalizarse para volverlos más civilizados y no dejar que las relaciones se rijan por ellos. Los primitivos y los niños tienen este punto en común.

         Con la era digital, hay nuevos términos tomados del inglés que pretenden modernizar y actualizar acciones que hablan de situaciones de hace miles de años y que giran en el eje de pasar de ser un primitivo a un ser social.  Comportamientos que desconciertan, que pueden llevarnos a pensar ¿con qué persona estaba? ¿qué ha ocurrido para que esto sucediera así? ¿es cosa mía o de la otra persona?  Veamos algunas de las palabras y sus definiciones:

Ghosting: SE utiliza para referirse al modo de cortar las relaciones donde sin explicación previa desaparece, no da señales de vida, como un fantasma.

Pocketing Viene de pocket, bolsillo, y son relaciones donde se establece una relación oculta, que sólo está restringida a un ámbito y es como si se guardara en el bolsillo.

Benching: Hace referencia a banquillo, como si fuese la persona un repuesto. Ni contigo ni sin ti.

Breaderumbing: Viene de bread, pan, migas de pan. Es la persona que aparece y desaparece.

Catch y release: Capturar y liberar como en la pesca deportiva, conquistan  y adiós. Una vez que  consiguen la cita pierden el interés.

Cloaking: desaparece y bloquea la persona .

Cuffin: Se refiere a amor por temporadas, cuando tienen otros planes dejan la relación.

Curving: Se toma tiempo para contestar los mensajes, contesta escueta y monosilábicamente.

Catfishing:  No es quien dice ser, creas una identidad falsa.

Cricketing: Mensaje que dejan en leido durante mucho tiempo.

Phubbing: Tiene una cita y se las pasa mirando el móbil. No está, está ausente aunque físicamente esté.

 Hoovering : Proviene de pasar la aspiradora. se arrepienten, vuelven , se  van.

Orbitin: hace referencia a orbitar alrededor de alguien en redes sociales , dándole a likes,viendo histories.

         Más allá de las etiquetas y de todas estas palabras que tratan de nombrar algo que tiene que ver con la posición frente al mundo, frente a la heterosexualidad, entendida como la diferencia, como la inclusión en el mundo.  Son desvíos del amor y del deseo, regresiones a momentos infantiles donde está el don juan, que colecciona, buscando infructuosamente a la mamá. También el amor escondido, oculto, que cuando todo está permitido se apaga el deseo. Está la imposibilidad de sumar, el castigo como necesidad para calmar una culpa, también la telaraña de la fantasía que atrapa al cuerpo y las palabras e impide establecer una relación con los otros, y sólo una relación con la imago, con el conjunto de prejuicios y los lazos de las primeras relaciones que se actualizan. Está quien quiere que le adivinen sin hablar, lo que le pasa, y que en su respuesta escueta o no respuesta, se debe acertar que algo le pasa, como la mamá que lo sabía todo. Situaciones donde no hay amor, sino el primer impacto de mirada, las ilusiones, porque amar implica pactar, resolver, hablar.  Miedo a la sexualidad, a encontrarse con el otro, con lo diferente y que en algo te transforme. Por eso dejar a un lado el narcisismo  y la hostilidad que genera la diferencia, y entregarse al cambio,  a la incertidumbre de lo por venir, de lo por decir es una asignatura pendiente.

         Frente al otro siempre algo va  a pasar ¿dejamos que pase? ¿ O nos reprimimos? Porque hay afectos que van  a aparecer y que pueden no ser tolerados y eso ocasiona efectos en la realidad, comportamientos, acciones que responden a la huida, al bloqueo, a la incapacidad de respetar al otro, a incluirlo como semejante.  Si el otro desaparece ¿qué tengo que ver con ello? ¿ Se puede hablar conmigo? ¿Cómo hemos construido la relación ?¿en base a qué? ¿a una imagen?  ¿se puede hablar abiertamente o hay que separarse odiando? ¿Qué es hablar, decir cualquier cosa?  A veces el corte es el silencio, porque no se han  establecido unos parámetros adecuados para conversar,  se invade al otro, se quiere llevar la razón, no se toleran los espacios y hay que establecer un límite necesario. También puede haber una acumulación. Cuando todo se enquista estalla desplazado en lugares que no tienen esa magnitud.   Hay vínculos que generan incomodidad, se siente amenazado, dejando claros avisos que así no se puede y donde cada palabra es una confrontación. Mejor aprender a hablar, a reorganizar ciertos aspectos en uno porque puedo llegar a utilizar al otro de escenario inconscientemente. Tenemos que tener en cuenta que la relación que tenemos con nosotros mismos va a determinar nuestra relación con los demás.

No hay situaciones en general, sino que en cada persona se va a jugar algo de cada uno. Hay pactos inconscientes que hacen que se engarcen y se lleven a cabo este tipo de relaciones. SI se repiten es que algo en uno se repite.

Mejor no entrar en el bucle de los por qués, porque aunque se intente llenar la incertidumbre y el vacío con explicaciones, mejor aceptar la realidad y psicoanalizarse, para poder tomar distancia de lo afectivo que embarga, transformar alguna cuestión interna y redimensionar las relaciones con uno mismo y los demás. La complejidad de las relaciones tienen una lógica inconsciente.

 

Laura López Psicoanalista Grupo Cero

y psicóloga colegiada

www.lauralopezgarcia.com

 

 

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