Ha asegurado Arturo Pérez Reverte que “Europa es una piltrafa y Putin lo sabe”; es por ello que sabiendo que “todo el campo es orégano” ha lanzado a su ejército de “liberación” contra los “nazis” de Ucrania al tiempo que don Tancredo, Europa, contempla a la bestia comunista en todo su esplendor, y a los ucranianos camino de las fronteras que le salven del horror y terror que suponemos; mientras esto ocurre, vamos viendo los castigos que estamos imponiendo a los rusos los inteligentes europeos occidentales, por ejemplo: “el no poder participar en el festival de Eurovisión”.
Al no estar Ucrania bajo el paraguas de la OTAN, o sea, al no pertenecer a este organismo que basa su actividad en lanzar, si fuese preciso, “hostias nucleares” a los que ataquen a sus socios, los ucranianos se encuentran desamparados del citado organismo, del inútil Biden que preside los Estados Unidos de América y de la “Europa de los mercaderes” -según dijera el fallecido Julio Anguita hace un montón de años-.
Alemania y Francia las dos grandes potencias europeas -el resto, incluida la madre patria del que escribe estas líneas no le queda más remedio que hacer mutis por el forro de la vergüenza- son las únicas que podrían toser un poquito a los hijos de Siberia, pero saben, sabemos, que dependemos del gas que ellos tienen y no podemos, ni debemos, presumir una pizca de valientes arrojados que luchamos por los necesitados.
Hemos tenido tiempo para construir una Europa unida y fuerte, pero es imposible la acción ante la vergüenza de cada de una de las naciones que la componen, del Ibex que gobierna y del conjunto de todos sus componentes que conforman la peor de las orquestas políticas posibles; cada uno a lo suyo y que Dios reparta suerte.
Los aburridos empiezan a manifestarse sin ponerse de acuerdo en sus lemas. Cada uno grita lo que puede o lo que quiere, o sea: desde el NO hasta el SÍ a la OTAN, mientras Putin se ríe de la culta y cobardona Europa.
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