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El Copo. Jamás yo pensara…


Por una serie de motivos sin fundamento alguno, pensaba un servidor de ustedes pasar una jodida semana en el buen sentido de la palabra, o sea, de suplicio por la que podía armarse. Al final todo ha sido un regocijo en este país -España y sus porciones-, por lo que es de agradecer.

Han ocurrido algunos deslices de convivencia; sirva de ejemplo el “asalto” al ayuntamiento de Lorca por cuestiones porcinas, pero fue llegar Maestre -el de La Marea- a la Sexta y comparar lo de los ganaderos porcinos con el asalto al Capitolio de los EEUU, cuando sonreí una miaja.

Sonrisa que siguió al ver al Primer Ministro de la Gran Bretaña, señor Boris Johnson, dar cuenta de sus pequeñas juergas con ese desparpajo de zanahoria beoda, mientras yo elevaba una plegaria al cielo para -aunque no lo comprendan bien en su integridad- dar gracias por lo que tenemos; aunque sean unos tahúres por haber vendido como póker de ases, una paguilla de chichinabo a los jubilados más desfavorecidos a cambio de votar que la maldita mascarilla nos sirva de disfraz en estos tiempos de carnavales que se avecinan; se la han “colao” a los enterados.

Al tiempo que escribo esta “diablura” -que ustedes sabrán perdonarme- estoy recordando que el presidente de la CEOE, el jefe de los de la pasta -señor Garamendi- aseguró cuando firmó con los secretarios de UGT y CCOO, camaradas Álvarez y Sordo, que si se cambiaba una letra del acuerdo se machacaba la Reforma Laboral. Y ahí no hay dios o diosa que meta mano.

Y por fin, para regocijo de todos y todas, hemos visto con nuestros propios ojos, sin rollos macabeos, lo que es la única izquierda, la auténtica, la que se arremanga y puede con lo que le echen, es la de Nadal.

 

 

 

 

 

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