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Salud mental y redes sociales


            Las redes sociales, cada vez más, se instalan como forma de conectar entre las personas. Una de cada cuatro personas en el mundo las utiliza. Se han convertido en una más de las formas de establecer contactos profesionales, de amistad., amorosos... Un nuevo mundo, el de internet, se ha establecido en paralelo frente a las relaciones presenciales sin distinción de edad, aunque hay una mayor presencia entre los jóvenes, que son ya   una generación digital.

            Es cierto que las redes sociales generan múltiples beneficios, es una forma más de relacionarse, de estar conectados incluso  con personas que se encuentran en distancia física.

            ¿Pero de qué manera pueden repercutir negativamente en las personas?

            Hay que tener en cuenta que un mundo digital también ha de regirse por las mismas leyes que el presencial. No todo vale en las redes sociales.  Es un lugar donde también acontecen delitos, personas cobardes,  que utilizan al otro para mostrar un goce perverso propio.

Vemos cómo en este  espacio también se muestra la salud mental de las personas, la forma de relacionarse, todas esas tendencias que en el día a día se perciben y que en las redes sociales también se manifiestan. Se reproduce igual  que en cualquier situación donde haya humanos implicados. Hay una lectura de esos actos que el otro muestra. Muchas de las veces exhiben sus síntomas. No nos podemos esconder tampoco, porque hablemos de lo que hablemos siempre hablamos de nosotros mismos. En nuestras palabras, en nuestros gestos, se ve quiénes somos.

            El messenger primero, las páginas de citas, facebook, instagran... fue un gran descubrimiento, otra manera de encontrase, donde se pasa más tiempo en casa. 

            En los adolescentes, los cuales están generando su identidad, puede convertirse en un escaparate, en una búsqueda constante de “likes”, donde necesitan ser valorados, forjar su identidad, incluirse, en el mundo. Es un paso necesario dejar atrás los ideales infantiles, la familia, que a veces se realiza de forma costosa. A través del proceso de identificación está en juego la constitución del yo y es en relación con otros. Esos rasgos que se toman transforman. No somos siempre iguales a nosotros mismos. En el proceso de crecimiento me identifico con el otro. Por ejemplo, quiero ser como el profesor, pone en juego en mí el deseo de estudiar, de crecer...Nos  identificamos  con el otro porque tiene un rasgo que nos recuerda a nosotros mismos, nos gusta, o queremos llegar a ser así. A través de las redes se buscan otras miradas que no sean sólo la de sus padres, donde ya no se quiere ser sólo hijo o hija. Las miradas de sus iguales van a ser muy importantes, un espejo que le va a devolver una afirmación narcisística de sí mismo. Es una manera de reafirmarse.

            Pero también es importante generar una privacidad. En las casas hay puertas, se establece también el ámbito privado, porque es necesario, no todo debe ser expuesto. Puede ser muy perjudicial para la constitución del yo.

            En las redes sociales, las plataformas digitales, el otro puede convertirse en un referente, un igual con quien identificarse, pero no olvidemos que también se cae en la vorágine capitalista donde muchos de ellos se convierten en un producto más, en un escaparate para el consumo. Venden una felicidad basada en la ética de los bienes. Felicidad enlatada que nada tiene que ver con la verdadera felicidad en el ser humano,  con una actitud, con el camino del trabajo.  El ser humano se fascina ante la belleza y ante la popularidad, en todas las actividades desplegamos un punto de seducción, deseamos deseos y nos manejamos por la ética de los bienes. Pero la felicidad no está en las cosas. Por eso es que muchos de estos influencers han llegado a manifestar una crisis existencial y un nivel de presión y exigencia donde se han visto obligados a hacer un parón y cuidar de su salud mental.

            El que tiene esa influencia es un objeto de otros poderes. Está sometido a una ideología dominante que no trabaja para nuestros deseos verdaderos, sino que se aliena a elementos que benefician a pocas personas, a ideas que no tienen que ver con nuestra vida: se siguen transmitiendo modelos que transmiten la diferencia de clases, ideas más clásicas de masculinidad y feminidad...te conviertes en una mercancía. Terminas trabajando para la imagen, no puedes construir un camino.

            La poesía por ejemplo transmite deseo de vivir, no te dice que tienes que vivir de esta manera o de tal otra. No tenemos espejos de maestros, son transmisores de la ideología de otros, no saben transformar la realidad, dejar crecer a otros, es como una trampa.

            También dependemos del amor de los demás, hasta el punto de que renunciamos a nuestras tendencias egoístas y crueles para conservar el cariño y protección de los padres. Nuestra autoestima se haya muy relacionada con la confianza y el afecto. Cierto egoísmo es necesario para no enfermar, pero también es necesario amar para no enfermar. Necesitamos que nos miren con buenos ojos, necesitamos amar para sobrevivir y ser amados para tener autoestima. Incluso vemos que  el trabajo no sólo es remunerado con dinero, sino también con la valoración a través del afecto, la consideración.

            El hecho de recibir likes, de aumentar seguidores, habla de esa necesidad de amor, de forjar una identidad, de ser valorados. Todos sabemos que en un trabajo no sólo esta la remuneración económica, tambien esta el componente afectivo, el estar bien considerado

            Se habla de que las redes sociales pueden generar adicción, pero el psicoanálisis muestra otra lectura. Cualquier cosa puede representar algo adictivo para la persona, desde una relación personal hasta cualquier producto, pero no es la sustancia o el objeto en sí, sino la posición psíquica de la persona. Es el uso que se haga de las redes sociales, porque a veces se utilizan como modo de calmar la angustia que les produce algo de su realidad, hay un conflicto psíquico en la persona, y se refugia en ello, como fuga, una forma de apartarse de alguna parcela de la realidad que no tolera, que no tiene las herramientas adecuadas, y es como si respondiera con una modalidad infantil, resguardándose en el objeto que se denomina adictivo.

            Estar al tanto constantemente de las actividades de sus amigos y familiares habla de cierta necesidad de control, celos, acaparamiento donde el otro es mío y no soporto estar excluido de la escena. Lo que no sabemos es que la ausencia es una de las formas más fuertes de la presencia.

             Las redes sociales ponen de manifiesto en muchos ocasiones que nadie nos enseña a relacionarnos, Freud decía que en la cuestión emocional es como si nos dejaran en el polo norte con ropa de baño. Hay mucho que aprender. Nos relacionamos como hace miles de años.

            A veces ocurre que hay una comparación con los demás y una imagen distorsionada del cuerpo, complejos psíquicos que se ponen también en juego con esa mirada en el cuerpo de los demás.    El  cuerpo se constituye desde el cuerpo del otro. La percepción de nosotros mismos viene desde el otro como semejante.

            Lo más importante es tratar esos conflictos psíquicos, construir la sexualidad, que tiene que ver con la inclusión de los femenino, de las diferencias.  Hay un momento de la constitución sexual donde la niña se siente despreciada porque no tiene un órgano como el varón.  La mujer tiene que aprender a tener algo de aprecio por su cuerpo y transformar ciertos prejuicios. Hay determinados complejos que hablan de nuestra estructuración sexual, nuestras dificultades en el desarrollo.

            Vemos cómo pueden haber percepciones alteradas del nuestro cuerpo. En la anorexia no se corresponde la imagen corporal con la realidad.  Hay personas obesas que se ven delgadas. Vemos que el cuerpo se construye, de manera simbólica, a través del lenguaje. El psicoanálisis permite otra manera de relacionarnos con el cuerpo, a poder aceptarnos y aceptar las diferencias.

            Es importante determinar cómo concebimos las redes sociales, para qué las usamos. Igual que no se puede contar cualquier cosa a cualquier persona, estamos en un espacio donde también hemos de hacer una discriminación, hacer un uso responsable de las mismas ¿Qué mostramos de nosotros en público? La educación es grupal, formamos parte de una cadena social.

 

Laura López psicoanalista Grupo Cero

www.lauralopezgarcia.com

 

 

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