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Ecuanimidad


Franco, velis nolis, forma parte de la Historia de España del siglo XX. Ramón Tamames, a principios de los setenta, en el tomo VII de la Historia de Alfaguara calificó ese período como “La Era de Franco”.

Ni la ley de Memoria Histórica ni la Memoria Democrática, ni mil leyes más coactivas que promulguen espíritus sectarios conseguirán borrar su nombre de la Historia en la que figuran los Reyes Católicos o Fernando VII.

Franco permaneció fiel a la República, tan es así, que fue designado para dirigir las actuaciones contra el golpe de estado de Octubre de 1934, dado por el PSOE, que triunfó parcialmente,  por poco tiempo, en la llamada Revolución de Asturias y la proclamación en Barcelona por boca de Companys, de la Esquerra, del Estado Catalá.

En el mes de Junio del 36, Franco, conocedor de lo que se estaba fraguando y sin prestar apoyo a la sublevación en marcha dirigida por el General Mola,  escribe a Casares Quiroga, a la sazón Presidente del Consejo, indicándole el malestar existente en el Ejército recibiendo la callada por respuesta.

Fue el vil asesinato de Calvo Sotelo, jefe de la oposición, por guardias de la motorizada de Indalecio Prieto, lo que hace unirse al Alzamiento en contra, no de la República, no, sino del Frente Popular que había conducido a España a una situación revolucionaria, con asesinatos, nueva quema de iglesias y conventos, inseguridad, culminado con  el anunciado asesinato de Calvo Sotelo.

Al no triunfar, el pronunciamiento nos conduce a una guerra civil deseada por los revolucionarios que, contra todo pronóstico, ganó el bando alzado.

Franco fue un general más en el Alzamiento hasta que sus compañeros de armas, con el propósito de la unificación del mando, el 1 de Octubre de 1936, lo elevan a la categoría de Jefe del Estado celebrándose los años siguientes lo que conocimos como día de la exaltación del Caudillo.

Desde entonces gobernó España con autoridad y fue rector de sus destinos hasta su muerte por deterioro de su organismo que no pudieron resolver las diversas operaciones a las que fue sometido.

Su figura histórica, como militar y como Jefe del Estado debe ser estudiada con ecuanimidad para información veraz de las sucesivas generaciones, para lo cual se precisaría abrir un debate ecuánime que aporte claridad, con datos fehacientes sin tergiversaciones torticeras.

Desde hace muchos años historiadores prestigiosos lo han hecho. Los no especialistas podemos recibir información de diversos ángulos y cada cual se queda con aquello que más le cuadre.

Si desde una visión sectaria de los acontecimientos se obliga, por ley, a una determinada interpretación de la Historia reciente de España, se está hurtando un derecho inalienable de saber, con la mayor aproximación posible, los hechos históricos, que no se olvide, tienen sus antecedentes y consecuentes que hay que analizar con pulcritud para mejor conocimiento. No hacerlo así dará motivos a reacciones contrarias que intentarán neutralizar o no, vaya Vd. a saber, lo que antes se legisló. Dejemos la Historia en paz en manos de los historiadores y, como dicen los taurinos, que Dios reparta suerte.

 

 

 

Comentarios
  • Manuel Rodríguez

    4 August 2021

    Gracias Pepe, amigo. Sólo sigo tus magistrales lecciones. Saludos.

  • Manuel Rodríguez

    4 August 2021

    Gracias Pepe, amigo. Sólo sigo tus magistrales lecciones. Sañidos

  • José García Pérez

    2 August 2021

    Para enmarcar tu columna, para enmarcarla: amigo Manuel.

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