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Marruecos


En días pasados el problema vecinal con Marruecos se ha reverdecido en una acción marroquí bastante peligrosa, poniendo en riesgo la vida de muchas personas, niños sobre todo, y de imprevisibles consecuencias. Todavía existe tensión en la frontera y el retorno de los “invasores” se ha amortiguado.

Las relaciones con Marruecos, a través del tiempo, han sido bastante borrascosas.

Siendo niño, cuando mi maestro nos enseñaba la Historia de España del siglo XIX, mencionando la llamada guerra de África, narraba la batalla de los Castillejos durante la cual, el ejército español, al mando del General Prim derrotó, sin paliativos, al ejército marroquí.

Mi padre, quien por sus lecturas estaba muy bien informado, me repetía con entusiasmo: “Podéis abandonar vuestras mochilas porque son vuestras, pero no podréis abandonar esta bandera porque pertenece a todos los españoles”, arenga con la que Prim exaltaba el valor de sus tropas antes de entrar en campaña.

A principios del siglo XX la comunidad internacional encomienda a España y Francia el protectorado de Marruecos. En su transcurso, Abd-del-Krim levantó a las cabilas del Riff  contra España. El levantamiento costó la vida a millares de soldados españoles, y tropas rifeñas, en una sangría continua que resolvió el General Primo de Rivera, con el desembarco de Alhucemas, que pone fin a la rebelión y a la sangría.

En 1956 concluye el protectorado español sobre Marruecos que adquiere plena independencia. Al año siguiente se producen nuevos conatos bélicos en Ifni que se mantienen hasta mediado el 58. En ese tiempo estaba yo cumpliendo el servicio militar en Granada en la Agrupación de Ferrocarriles, en cuya estación recibimos al contingente militar procedente de África.

La ONU aprueba para el Sahara un referéndum de autodeterminación que España debe organizar. Nace el Polisario de influencia marxista-argelina que no tiene otra cosa mejor que hacer que atentar, entre otros, intereses españoles contra los fosfatos de Bucraa.

En 1975, con Franco agónico, Hassan II rey de Marruecos, organizó la marcha verde, un contingente numerosísimo de personal civil. (Se hablaba de trescientas mil personas. Quizá no fueran tantas). Aunque el ejército español estaba preparado para detener y repeler cualquier invasión, al gobierno de entonces, por la especial situación que vivía,  le entró tal canguelo, por lo impopular que hubiera sido, amén de otras consideraciones morales, que los primeros en llegar acabaran víctimas de  la explosión de alguna mina, que supongo hubieran deseado las autoridades marroquíes a quienes, tanto ayer como hoy, la vida de su gente parece importarle  bien poco.

En tales circunstancias, el gobierno español desplazó a Rabat al ministro José Solís quien negoció, de forma subrepticia, lo que se llegó a llamar Acuerdos de Madrid por los que la Administración de Sahara Occidental, queda en manos de los gobiernos de España, Marruecos y Mauritania. Poco tiempo después España abandona desentendiéndose del asunto. Mauritania, también, derrotada por el Frente Polisario. Marruecos queda como única potencia administradora y así sigue aunque de facto dueño y señor del territorio.

Lo ocurrido con la invasión pasada me recordó y a los viejos del lugar, supongo, la marcha verde en menor escala, pero no por eso menos peligrosa,.

Esperemos, por el bien de todos, que circunstancias conflictivas internas del reino de Marruecos, no deriven con el distractor de un nuevo asalto a la verja.

 

 

 

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