En mi anterior columna me preguntaba si las elecciones a la Asamblea de Madrid, del 4 de Mayo, constituían un hito electoral. El recuento de los votos han aseverado, con rotundidad: Un hito, no, un tsunami.
En efecto: Díaz Ayuso ha arrasado, consiguiendo un número de escaños próximo a la mayoría absoluta y de paso se ha llevado por delante a Ciudadanos quienes, perdida la polar en la búsqueda del inexistente centro, lo “arrojan a las tinieblas exteriores” donde, como continúa el Evangelio: “será el llanto y el crujir de dientes”.
Pablo Iglesias, impenitente, quemó sus naves de gobierno y parlamentarias para catapultar a su partido; aunque incrementó su representación con tres escaños, los electores lo han situado en el último puesto de la clasificación, provocando la espantada subsiguiente que deja huérfana de líder a su formación política. Cortarse la coleta como acto simbólico de despedida por cese y alejamiento de la política.
Gabilondo, fiado en la máxima de Platón de que los filósofos son los que han de gobernar, no tuvo en cuenta el fracaso de esta teoría política que casi se lleva por delante al gran maestro. Lanzado a la conquista del poder ha tropezado con la “incomprensión” del electorado que lo ha relegado a la tercera posición siendo superado, para mayor bochorno. por Más Madrid que ha debido rentabilizar los que abandonaron a Gabilondo, quien parece no recogerá su acta de diputado.
Pese a los pronósticos negativos de ciertas encuestas VOX se consolida con un escaño más y Rocío Monasterio se perfila como decisiva en asuntos de importancia en el Gobierno de la Comunidad.
La vencedora indiscutible ha sido Díaz Ayuso. Los reflejos que la llevaron a la arriesgada decisión de convocar elecciones la han liberado del dogal que supone el pacto con un socio del que no se fiaba. Ahora tiene que gobernar para todos los madrileños. Plasmar los propósitos que exponía en la campaña. Del éxito y reconocimiento de su gestión dependerá su futuro político.
¿Lo que ha ocurrido en Madrid puede proyectarse al resto de España? No lo sé. El tiempo lo dirá.
Sin embargo, parafraseando la vieja canción de Bonet de San Pedro, le diría: “Niña Isabel ten cuidado/ que la traición te ha rondado. Niña Isabel Presidente, no te fíes de tu gente”.
Que Dios reparta suerte. Que la ciudadanía madrileña, por lo que suceda, tenga el convencimiento de haber acertado en la elección. Que así sea.
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