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Tiempo de setas


Iba con su padre por el bosque buscando setas. Recoger setas puede ser peligroso si no se sabe distinguir las venenosas de las que no lo son. Pero su padre era un experto y él siempre le preguntaba antes de coger las que iba encontrando.

De modo inesperado, apareció el guardabosques.

—Está prohibido andar por aquí y recoger setas.

—Disculpe. ¿Desde cuándo esa prohibición? Llevo viniendo muchos años y nunca nos habían dicho nada. Incluso el año pasado, el guardabosques, su compañero, nos ayudó a llenar la cesta.

—Ya le he dicho que está prohibido coger setas.

—Pero...

—Ni peros ni cuartos. Tenéis que dejar las setas y largaros de aquí. Y es más, me tenéis que pagar la multa de cincuenta euros.

—¡Qué te lo has creído! Vamos —dijo el padre, tomando de la mano al niño y empezando a correr.

El guardabosques echó mano a la escopeta que llevaba al hombro. Dobló el cañón, introdujo dos cartuchos y apuntó a los huidos.

—¡Alto! He dicho alto —disparó al aire.

Padre e hijo ya se habían perdido entre los árboles.

—¡Malditos intrusos! —se dijo el guarda—. Son los séptimos que espanto esta semana. Seguro que llevan la cesta llena y, entre unos y otros, con lo que me gustan las setas, no me van a dejar ni para un buen plato.

 

Antonio García Velasco

https://agvelasco.blogspot.com/

 

 

 

 

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