Escrito el nombre del autor y colocado el genérico “copo” en el que todo cabe, se trata a continuación de darle contenido a la blanca pantalla hasta conseguir escribir unas 310 palabras que den contenido a lo que deseo transmitir que, por cierto, no tengo ni pajolera idea de lo que pueda ser.
Pero bueno, en estos momentos llevamos 69 palabras, según el contador del ordenador ya son 77 de ellas.
No sé si seguir con la pandemia que sigue asolando al mundo o dejar ya este asunto para sumergirme en cualquiera de los variados temas que puedan ocupar nuestra rabiosa actualidad.
Lo mejor sería no tratar nada importante e irnos, sin más comedura de coco, a la sencillez del día a día.
¿Y qué puede ser esa bendita sencillez?
Para unos, vivir el día a día sin machacarnos la “olla”, o sea, “verlas venir y dejarlas pasar” aunque nos tomen por bobos; magnífica manera de ser más sagaces que nadie.
Dejar todo, especialmente los creyentes, en una especie de teatrillo de marionetas en el que unos invisibles dedos -la mayoría los cree divinos- mueven nuestro destino como si tal.
O tal vez deberíamos acudir a la crítica de una sociedad ciega, muda y sorda que se traga todo lo que le echen como lógico y normal, tal podría ser el salto del ministro Illa de Sanidad a posible presidente de la Generalitat con la ayuda del Podemos catalán.
Ojo, Pepe, que te conozco bien y eso es política, de la que por cierto estamos hartos porque lo fuiste y sigues siéndolo.
Quieto, me digo a mí mismo. Y es que lleva razón el que así piense.
Es por ello que lo mejor es ponerse a rezar por esto, por lo otro y porque me gusta un rato largo.
Cuenten: 310 palabras
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