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Hipocresía, ¿cómo es tu amor?


Algunos objetivamente no paran de hacer el mal, van haciendo el mal acción tras acción, día tras día, malvaloración tras malvaloración, y sin saberlo (en conciencia) siquiera.  Lo realizan muchas veces por automatismo social, ya sea porque nadie les dijo lo correcto (o sencillamente lo que es compatible con la verdad) o ya sea porque pasan ellos de lo correcto, ¡sí!, enfermos de mal o, depravados, solo deseando el mal para el mundo. Eso es.

En limpidez o en honestidad (que implica el no tener siquiera una confusión), lo que me he dado cuenta profundamente desde que nací es que “todos” impiden la luz, ¡cierto!, estando en ése “todos” los que no mueven un dedo siquiera por facilitar que toda la luz entre a un contexto o a un asunto, pase lo que pase. Me refiero a que todos confían siempre en “lo que dicen”, en “lo que impera siendo producto de todos los prejuicios”, en “lo que se dice qué es verdad”, en “lo que dicen en revistas científicas qué es un pedo creado en sus mismas mentes”, en “lo que dicen qué es respeto con alguna directriz de algún poder”, en “lo que dicen qué es lo bueno solo porque se haya escuchado o manipulado más”, etc, antes que en ése que limpiamente demuestra (a razón) lo que es cada cosa.

Es como el consentimiento del frío mal (pero usando el bien), es como si todo dependiera de estructuras fijas (diseñadas una y otra vez por lo que no es razón) o de unos estereotipos que marcan ya la confianza de todos. En cuanto que ¿por qué toda la gente sigue confiando en un megalómano dictador a pesar de que todo racionalmente apunta a que es un megalómano dictador?, ¡oh sí!, eso habría que investigarlo o darle una aclaración (en psicología social).

Bueno, voy al meollo que importa: Solo cuando se conoce algo o se atiende de verdad con la racionalidad (sin más añadiduras, ¡sin ninguna más!), pues ya se sabe decidir (bien o a contraerrores) y solo porque ya se sabe del mundo o de la realidad y de sus verdades. Antes no; y se sabe y... ¡punto! o sin que debas de tener vergüenza o miedo por ello.

Suelo escuchar por todos sitios “yo no miento” e, incluso casi todos los que mienten, suelen decir cada uno “yo no miento”. Esto da una idea de que objetivamente no saben lo que son las mentiras o irresponsablemente ni les interesa. Bien, mentira no es intencionalidad de ir hacia la mentira, sino también siempre es una no intencionalidad de asumir al fin un imperativo ético (por omisión de responsabilidad o ya de no tener un repudio firme a la mentira). ¡Claro!, tu amar a la Naturaleza no es solo tu intencionalidad de no separarte de ella, sino también tu intencionalidad verdadera en repudiar el contaminarla o el no defenderla en tus hechos de la mejor manera posible.

Algo parecido pasa cuando tú, ya de verdad, quieres que decida en la sociedad solo la razón; en efecto, ahí serían tus valientes determinaciones de no perjudicarla lo que solo demostraría de verdad que tú sí que quieres que decida al fin la razón en la sociedad, y no las oscuridades de los prejuicios, de los egos o de  esas tantísimas cerrazones al bien.

Ser tolerante no es solo una aceptación-permisibilidad de la tolerancia, sino además es una activa lucha por ella; es el mostrarle dignos tributos de que luchas por ella, sin ninguna omisión o posible complicidad con lo que la desfavorece. Así es.

En realidad, tú vetarías las posibilidades de luchas que tiene la tolerancia si solo te dedicas a hacer “lo que dicen” o, si no, a aceptar pasivamente todos los aspectos relevantes de nuestra sociedad tal como están o tal como te los ponen tantos decires o retorcidos intereses.

Lo digo más claro, si en la sociedad no dispone la sensatez o la razón, es obvio que lo que dispone es “otra cosa”, o sea, cualquier sinrazón, cualquier anticlaridad u oscuridad. Aquí no hay otra conclusión (en racionalidad).

¡Sí!, en un fondo ineludible, toda oscuridad siempre ha funcionado porque se le ha impedido o se ha vetado la luz y, asimismo, toda mentira siempre  ha funcionado (o demasiado ha imperado) solo porque a la luz (es decir, a la racionalidad o a sus posibilidades) se le ha vetado (o borrado socialmente). Pero es lo que ha ocurrido millones de veces y aún sigue ocurriendo: el interminable censurar o el no dejar sitio a lo que da razón o demostación sin sinrazones. ¡Que eso no siga más!

 

José Repiso Moyano

 

 

 

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