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El Copo. Y ahora… qué


Pues sí, llegué al lugar “donde el viento silba nácar” y ahora, qué. Pues eso, seguir sobreviviendo y, para conseguir tamaña aventura, jugar a la invención del día a día con el cariñoso toqueteo de las teclas.

         Son cinco años si pisar esta santa tierra de mar y dunas leves, de marismas y juncos, de esteros por donde las espumas juegan al escondite y de vivencia eucarística con la madre naturaleza.

         Por ello, hoy, con el permiso de agnósticos y beatos, me postro ante el poder de la inmensidad que mana belleza de levante a poniente y vuelvo a bautizarme en el señorío de lo que abarca mi vista.

         Olfateo con mimo la sagrada terraza y en ella busco vestigios de la presencia máxima: la que permanece en mí a pesar de tanto tiempo de ausencia.

         Hoy toca saborear la melodía del recuerdo, hacer presente la felicidad vivida durante décadas y suspirar en la paz de lo inolvidable.

         Mañana tocará reír o llorar según le dé al creador; mañana, como decimos los seres normales, será otro día; pero hoy no debo ensuciar y mezclar este pequeño gran mensaje que me hago y aplico con la morralla que salpica nuestra actual existencia.

         Soy feliz.

 

 

Comentarios
  • manuel montes MONTES CLERIES

    16 July 2020

    Me alegro mucho

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