Aquella generación, la conformada por los que nacimos un par de años antes de la Guerra Civil, durante la misma y unos pocos después de ella, estamos siendo mimados últimamente -tal vez en demasía- por la actual e imberbe clase política.
Pues sí, fuimos los que concebimos esa Constitución a la que algunos han denominado, hasta antier, como un “candado” que coarta actualmente libertades; los que aprobamos una Ley de Amnistía para borrar todos los “pecados” de nuestros antecesores, también concebimos los llamados Pactos de la Moncloa para salir del pozo de la economía y de una legislación caduca; fuimos capaces de crear una clase media capaz de vivir con dignidad e incorporamos -durante la segunda etapa del franquismo y hasta hace una buena cantidad de años- al Seat-600, un piso en propiedad y nos la jugamos, letra a letra, pagaré a pagaré, para poseer algún refugio de poca monta en algún sitio que oliera a salitre.
Sí, fuimos nosotros los que padecimos los últimos horrores de una dictadura allá por finales de septiembre de 1975 y los años de plomo de la banda criminal ETA que no paraba de asesinar, sí, nosotros, con nuestros pocos ahorros ayudamos a nuestra gente, hijos y nietos durante la penúltima crisis económica.
Una gran mayoría de nosotros supimos descamarnos de la fiebre de un sistema autoritario y de la utopía de una nación estatalista. Sí, nos dimos una Monarquía Parlamentaria y ofrecimos a nuestros descendientes el mayor período de paz vivido en toda la historia de España.
Cuidado con estropearlo más de la cuenta, tratadlo con suavidad, cuidarlo como a un recién nacido y amadlo como si vuestro fuese.
La edad se está llevando a muchos y el colvit-19 a unos pocos, pero quedamos todavía bastantes de aquellos en que los huevos eran nuestro único alimento y, aunque parezca no creíble, somos capaces de volver a coger las riendas.
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