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En cien palabras. Día quinto


Nos encontramos en el día equidistante entre el inicio y final de campaña; lo tomo para reflexionar y flexionar mis miembros anquilosados.

         Hasta ahora nada me ha sorprendido.

         Me ha salvado la niña, mi hija, que se puede afirmar que ha venido a vivir con nosotros.

         Ella pregunta y el menda contesta mientras la “pastora” nos mira.

         No se escandalicen, pero “la quiero más que a Dios”.

Toda la casa se ha impregnado de un olor inusual, o sea: de amor.

         El sistema patriarcal se ha roto, por fin, en casa y ha emergido el filial.

         Es difícil de explicar.

 

 

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