Cuarenta cámaras de televisión, maquilladores, asesores, pergaminos, nervios, etcétera: en fin, el debate “salvador” entre los cinco espadachines de esta España que lo está pasando mal política y laboralmente.
Un auténtico ladrillo de mayor peso que el aportado por Rivera para amedrentar a sus adversarios.
Si ya es difícil el diálogo entre dos personas, se pueden imaginar la imposibilidad de llevarlo a cabo entre el quinteto de marras, con un “presi” taciturno, Sánchez, que no contestó a una sola pregunta de sus “compis”.
El morbo era Abascal, la pirueta tenía que hacerla Casado, aunque la realizó Iglesias con la “mamada”.
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