De la Guardia Civil tengo dos vivencias personales.
La primera transcurre en los tiempos en que un maestro escuela pasaba hambre. Llegado el 12 de octubre el “comandante” de Puesto invitaba a los maestros a tomar un aperitivo y a nosotros, los maestros, nos regalaba una bolsita con tripas de salchichón y chorizo, qué maravilla.
La segunda fue aquel 23-F en que un grupo de ellos nos asustó a los del candado del 78 con una balacera conducente a un “golpe de Estado”, mejor pelillos a la mar.
Ahora Torra y satélites solicitan su expulsión de Cataluña; la hostia, tío.
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