En septiembre emergerá el amor, en forma de mujer, al que se le añadirá una fresca brisa de levante que nos hará olvidar la canícula del maldito agosto y nos envolverá un escalofrío en el que reconoceremos la estación por excelencia: el otoño, el paraíso de los poetas al andar sobre las hojas caídas del “paseo de los curas” de la ciudad, Málaga, que todo lo acoge y todo lo silencia.
No será tiempo de bufandas, pero si de una suave prenda humana que nos envuelva ante el vacío de abrazos que nos asola.
Comencemos a soñar: es saludable.
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