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La tatuada


Quedó sorprendida, atribulada, deshecha cuando él la abandonó en el mismo momento en el que se presentó tatuada. Llegó a la casa contenta con la enorme, encendida y amorosa rosa que lucía su nalga derecha y las filigranas que cubrían su brazo izquierdo. Celebraba de antemano el aplauso de su novio.

-Me dan asco los tatuajes -dijo y, sin la mínima demora, recogió sus cosas y salió de la casa.

A ella se le quedaron las explicaciones acumuladas en el nudo de la garganta y se le derramaron en gotas frías de amargas lágrimas: "Es la moda. Esperaba que te gustara... Nunca me dijiste que odiabas los tatuajes... Todo el mundo los lleva... ¿Por qué te has ido si siempre has dicho que me querías?"

Se encerró en el cuarto de baño y trató por todos los medios de borrarse la tinta indeleble que le marcaba aquellas partes de su cuerpo.

Como el riesgo de contraer infecciones es muy alto hasta que no se restaure la piel; como la humedad excesiva compromete la cicatrización; como no tuvo en cuenta las posibilidades de que llegaran bacterias, suciedad e impurezas... Beatriz Gómez Sepúlveda tuvo que ser hospitalizada aquejada de fiebres altas y desamor.

 

https://agvelasco.blogspot.com/

 

 

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