Todos me aconsejan que ande, pero yo ni caso.
Cerrado “El Gran Vía”, permanezco estático
Hace tres días nos aventuramos a salir. Tomamos algo, poca cosa. Iniciamos la vuelta.
No me percaté que faltaba una loseta y creo que pisé en falso.
Mi endeble cuerpo inició el camino al abismo y, con el “panameño” en ristre, besé el asfalto.
Como en tantas ocasiones, inicié la guerra por levantarme.
Entre un santo hombre y ella, pobrecita, lograron incorporar mi devastado cuerpo.
Dolorido, caminamos hasta llegar a casa.
Nada más hermoso que el sillón; pero aquí estoy, dispuesto a darme un garbeo.
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