Publicidad

La mala conciencia


Freud, en el Malestar en la Cultura alude a un pasaje de un diálogo entre los personajes Rastinag y Bianchón en Papá Goriot, del escritor Honoré Balzac que dice así:

Estoy atormentado por malas ideas. —¿De qué clase? Las ideas se curan. —¿Cómo? —Sucumbiendo a ellas. —Te ríes sin saber de qué se trata. ¿Has leído a Rousseau? —Sí. —¿Te acuerdas de aquel pasaje en el que pregunta a su lector lo que haría, en el caso en que él pudiera enriquecerse, matando en la China a un viejo mandarín, sólo con su voluntad, sin moverse de Paris? —Sí. —¿Y bien? —¡Bah! Yo voy por mi mandarín número treinta y tres. —No bromees. Vamos, ¿si estuviera probado para ti, que tal cosa es posible y que te bastaría un gesto de la cabeza, lo harías? —¿El mandarín es viejo? Pero, ¡bah!… Joven o viejo, paralítico o sano, a fe mía… ¡Diablos! pues, no.

            Todo esto para explicarnos que no hay en el ser humano una “naturalidad” de distinguir el bien y el mal, sino que se hace a través de influencia externa, de los progenitores o educadores. Es por miedo a perder ese amor, pues el niño, en su indefensión, depende totalmente del otro para salvaguardarse de los  peligros.

            Lo malo entonces sería aquello cometido o intencionado que amenaza con la pérdida de ese amor (los castigos indican esta amenaza), por lo que se tiende a evitarlo, pero no porque se tenga “mala conciencia”, sino porque esa autoridad puede descubrirlo.

            Hay quien aún no tiene internalizada la autoridad, no ha constituido su conciencia moral, permanece en esa etapa infantil, sin importarle la consecuencia de sus actos para con los demás, sólo por el miedo a ser descubierto.

             Por miedo a perder el amor de otros es que el hombre renuncia a sus propios deseos, a su inmediata realización. Es por amor que el ser humano entra en la cultura.

            Hay personas lo han interiorizado de manera que son unos tiranos para consigo mismos, y con sólo pensar o desear algo, que tiene que ver con las tendencias narcisistas, hostiles, prohibidas..., les asalta la culpa inconsciente, buscando castigo. También los moralistas, los del puño en el pecho, que doblegan la moral para  enaltecerse a ellos mismos, de manera que se utiliza el mecanismo de proyección: no soy yo quien desea, quien comete, sino tú, vosotros. Pero cuando más puro y más casto quiere ser el yo, más exigente se vuelve el policía interior.  Queremos echar a la hoguera a otros, criticarlos, hacer de ellos un reo de nuestras propias miserias.

            La angustia social tiene que ver con un sentimiento de culpa, un temor ante la pérdida del amor si lo trasladamos a una escala mayor (sociedad), que el núcleo familiar. No se temen más que a las propias palabras, a los pensamientos y deseos que pulsan, como en ese pequeño cachorro humano, por realizarse. No hay discernimiento para el policía interior, o superyo, entre hacer, pensar, desear. Lo inconsciente es eso que uno no entiende pero que pasa, que puede más que el yo que tanto quiero controlar,  que no terminamos de conocer porque nos cerramos a reconocer que no soy el ser perfecto que quisiera. Algo se escapa de mi yo, hay cuestiones en nosotros reprimidas pero que actúan en nuestra vida sin que podamos “controlar”.

            El psicoanálisis permite una reconciliación con nosotros mismos y los demás y nos enseña a vivir mejor años futuros. Todo se construye en el ser humano a través del amor. No es sin otros, entre otros, y la educación es responsabilidad de todos. No hay nadie que nazca así, por eso es posible despertar no conciencias, sino producir el inconsciente y dar un paso más en la civilización del ser humano, a través del amor, la salud, y el bienestar, vestidos de una ciencia que abre otra realidad y deja la hipocresía a un lado.

 

Laura López, Psicoanalista Grupo Cero

www.lauralopezgarcia.com

 

 

Comentarios
    No hay comentarios
Añadir comentario
- campo obligatorio (*)

Normas de uso
  • Esta es la opinión de los internautas, no de El Faro de Málaga
  • No está permitido verter comentarios contrarios a las leyes españolas o injuriantes.
  • Reservado el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.